SANTA BEATRIZ DE SILVA
Santa Beatriz de Silva o
Beatriz de Silva y Meneses
Un Homenaje de MFRamos
ACTUALIDAD DE BEATRIZ
Quizá resulte extraño que en la era atómica, en el siglo de las velocidades, del dinamismo, de la agitación frenética en que vivimos nos pueda servir de estímulo una Santa de vida contemplativa. Sin embargo es esta una realidad.
‘Ante esta figura de mujer velada, a la que hace aún más sugestiva esa especie de penumbra misteriosa en que está envuelta, y se pregunta si ella tiene algún mensaje para el hombre de hoy, tan lejano psicológicamente de aquel mundo poblado de caballeros, príncipes y damas, en cuyo seno ella vino al mundo. Sí, sin duda, tenemos que contestar.
En este mundo materialista, donde toma primacía ante el sentido de lo Divino relegado a segundo plano, o mismo olvidado, era necesario que se desbobinara ante nuestros ojos el ejemplo de una vida que en medio del pantano de una corte supo mantenerse pura; en medio de un ambiente corrupto como el en que vivió, supo mantener el equilibrio moral y espiritual; en medio de un mundo materialista supo calcar a los pies el deseo inmoderado de la acumulación de bienes, despreciando los suyos propios, y colocando los bienes eternos sobre todos los demás, y rodeada de tantos peligros e intrigas que la solicitaban se supo mantener fiel; supo poner el deber por encima del sueño; supo subestimar el mundo de los placeres y la fama, para seguir, hacia las alturas, los caminos del Espiritu’.
Y, ‘Conocer a Dios y amarle, es la Ciencia de todas las Ciencias; y al solo y silenciario, habla su Majestad’.
‘Beatriz, que vivió tantos años con el rostro bellísimo cubierto con un velo, nos permite hoy contemplar su rostro radiante de santidad y de gloria y nos vuelve a irradiar la idea de la belleza espiritual, la de la gracia que transfigura la pobre faz humana, hoy con tanta frecuencia profanada por el oropel de lo licencioso y de las malas costumbres. Difunde también sobre nuestra sociedad rayos de belleza celestial, de la belleza de la Virgen’.
Triple Mensaje
Conviene poner en evidencia la actualidad del mensaje de Beatriz, revelando algunos aspectos que constituyen preciosas lecciones para el presente:
I.- La primera que merece realce se refiere a la importancia de la vida Contemplativa en la Iglesia y en la sociedad. En el pluralismo de vocaciones, que deve caracterizar la comunidad eclesial, es importante destacar la vida contemplativa. Es el Vaticano II que lo subraya: “Los Institutos que se dedican esencialmente a la contemplación, de tal modo que sus miembros se ocupan solo de Dios, en silencio y soledad, en profunda oración y alegre penitencia, conservan siempre la parte más excelente dentro del Cuerpo Místico de Cristo por mucho que urja la necesidad del apostolado activo, y lo dilatan con misteriosa fecundidad apostólica. El testimonio del contemplativo tornase una exigencia del mundo contemporáneo, sumergido en una carrera deshumanizante y en una actividad febril”.50
Tenemos por de pronto el mensaje que representa la obra misma de Santa Beatriz, la Orden de las Concepcionistas, nacida de su corazón enamorado de Dios. La nueva familia religiosa, que tan rápidamente se difundió, da testimonio de su presencia vital en la Iglesia, una presencia caracterizada por una ‘dimensión contemplativa, respuesta teologal de fe, esperanza y amor con la cual se abre el alma a la revelación y a la comunión del Dios vivo por Cristo en el Espíritu Santo, y se hace capaz de gustar las profundidades de Dios...’51
‘Para el hombre moderno, inmerso en el remolino de las impresiones sensoriales, multiplicadas por los ‘mass media’ hasta límites obsesivos, la presencia de estas almas silenciosas y vigilantes, entregadas al mundo de las realidades ‘no visibles’54 , ¿acaso no representa una llamada providencial a no perder una dimensión constitutiva de su naturaleza, la de la vocación a caminar por los horizontes ilimitados de lo divino?’55
II.- Un segundo aspecto que se nos impone a nuestra reflexión se fija en el lugar que la Virgen María ocupa en la vida de la Iglesia y en la existencia del cristiano. Y puntualiza Pablo VI: ‘Santa Beatriz nos sigue diciendo una palabra, y es quizá la más importante porque en ella está encerrado también el secreto de su experiencia espiritual y el de su santidad. Esa palabra es el nombre de María y más concretamente el de María Inmaculada’.
Su singular devoción a la Virgen se había de traducir en la Fundación de una Orden Monástica en honor de la Concepción Inmaculada de la Bienaventurada Virgen María, que en la justa observación de Pablo VI tuvo, además, mucho de profético.
¿No es éste un mensaje válido también para nosotros, artífices de un progreso que nos exalta y nos asusta al mismo tiempo por su intrínseca ambigüedad, dado que somos portadores de aspiraciones nobilísimas y al mismo tiempo estamos sometidos a humillantes debilidades para nosotros, hombres modernos ‘atormentados entre la esperanza y la angustia’?
¿Cómo no sentir la fascinación de María, que ‘con su materna caridad se preocupa por los hermanos de su Hijo, que peregrinan aún y están puestos en medio de peligros y angustia’, cómo no sentir la necesidad de extender a Ella nuestras manos, inciertas las más de las veces y titubeantes, a fin de que Ella nos afiance y nos conduzca por los caminos seguros que llevan a su Hijo?
Esta es la invitación que, como síntesis de toda su experiencia espiritual, nos dirige hoy Santa Beatriz de Silva: mirar a María Inmaculada, seguir su ejemplo, invocar su protección, porque en el providente designio de salvación ‘La Madre de Jesús... brilla en este mundo... ante el Pueblo de Dios peregrino, como signo de segura esperanza y de consuelo, hasta que llegue el día del Señor’. (cf: 2 Pe 3,10; LG 68)’
La actualidad de este mensaje se torna manifiesto se tuviéramos en cuenta también la doctrina del Vaticano II sobre María a que se siguen importantes documentos pontificios de Juan Pablo II y el que la Iglesia vive un período de particular devoción a la Virgen.
III.- Un tercer aspecto se puede referir al valor fundamental de las normas morales en la existencia humana:
‘Dotada de singular belleza, como subrayan todos sus biógrafos, Beatriz vive en una sociedad nobiliaria del período del renacimiento y en aquellos ambientes cortesanos, tal como se nos describen en las crónicas de la época, que presentan con frecuencia, aunque con nobles excepciones, un panorama en el cual se reflejan muchas de las tristes experiencias de hoy. Pero Beatriz supo demostrar una elevación moral y una pureza de vida nada comunes, menos en una Dama de prestigio como ella.
Fue en aquel ambiente que Beatriz maduró su opción: habiéndose dado cuenta de las pasiones que su excepcional belleza suscitaba en derredor, así como una flor nacida en terreno pantanoso se eleva a lo alto a recibir con su corola intacta el primer rayo del sol, así la noble joven, ‘sin más dilación en determinarse - como asegura su primer biógrafo - tomó su camino y dejó la inquietud de la corte, huyendo de ella, como de otro Egipto, para ir a recibir en la soledad la ley de la conversación saludable, después de cuyo cumplimento entrase en la tierra prometida a los Santos’.
Pero el ímpetu de su determinación virginal no se limitó a esto solo: ‘Acordándose - y habla también esta vez su antiguo biógrafo - de la hermosura que de Dios había recibido, determinó que ningún hombre ni mujer le viese el rostro mientras viviese’.
¿Exageración? Los Santos siempre representan una provocación para el conformismo de nuestras costumbres, consideradas sabias sencillamente porque nos resultan cómodas.
El radicalismo del testimonio de Beatriz pretende ser una sacudida a nuestra pereza y una invitación al redescubrimiento de algún valor olvidado: el valor, por ejemplo de la castidad como valeroso autocontrol de los instintos y gozosa experiencia de Dios, en la límpida transparencia del espíritu. ¿No es acaso ésta una lección de la máxima actualidad para los hombres de hoy?’
Fátima
Aporte al Castillo de MFRamos
Muchas Gracias
Ludy
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