Sekher Castle of Ludy Mellt Sekher

 

"Solemnis" de Bruno Sanfilippo

COMPARTIENDO
de Yolanda Silva Solano

ANSIAS


Quiero compartir la verdad y la alegría de vivir con mi familia, con mis amigos, con los conocidos y también con los desconocidos.
La felicidad debe ser compartida y yo quiero hacerlo con todo aquel que a mí se acerque pero ¿Cómo lo consigo .? ¿ Cómo puedo entregar lo mucho que la maestra vida me ha enseñado y que con la ayuda de Dios, de alguna manera he logrado incorporar a mi ser, por medio de la experiencia y la comprensión profunda.?
Mis palabras son pobres, mis obras pequeñas, pero mis ansias de compartir mis tesoros ¡ son inmensas.!.
Hago silencio en mi alma y desde lo profundo de mi ser, viene a mi mente una sola e imperiosa respuesta:” Solo el amor es fecundo, solo él lleva en sí, su propia plenitud”
Sí, si escribo con amor, sin egoísmo ni personalismo, podré ser un canal limpio, por el cual fluya la verdad y llene el corazón de mis hermanos, y como agua cantarina, riegue las almas resecas, dándoles la paz y quietud en medio de la tormenta y permitiéndoles encontrar la felicidad y la armonía en las pequeñas grandes cosas del quehacer cotidiano ¡ cómo yo las he encontrado:!
Este, es mi único afán de escribir....



EL INVIERNO JUNTO AL FUEGO

 


Hoy, quiero enfrentarme a la vejez, porque aun cuando mi corazón reboza de primavera, mi cuerpo, quedamente me susurra al oído, que ha llegado el otoño y que pronto...será invierno.
Pero la edad ¿ qué importancia tiene.? Cada estación tiene su encanto, lo importante es vivir plenamente y de acuerdo a cada una de ellas.
El envejecer, al igual que el amar, es un arte que se debe aprender en la universidad de la vida y no en otra, porque nadie nos puede enseñar como hacerlo.
El arte de envejecer es asumir que nuestro rol es diferente, pero no por eso, menos importante. Para la juventud podemos ser un apoyo, en vez de una carga, su confidente, pero no su rival, ni mucho menos su juez. Su amiga, pero no su profesora, porque nadie puede enseñar a otro a vivir, sin violar la ley sagrada del libre albedrío. Cada uno debe tener sus propias experiencias. Las nuestras pueden haber sido buenas para nosotros y para nuestro tiempo, pero ahora, pueden estar ya caducas y fuera del contexto del hoy.
Nuestras experiencias, por buenas que hayan sido ( aun cuando nos falle la memoria ), no nos dan derecho para fustigar a nadie y tampoco podemos enarbolarlas como la única verdad, porque las verdades estáticas mueren. Ahora mas que nunca, debemos esforzarnos por vivir, pero sin olvidarnos, de que también los demás tienen el mismo derecho, por lo tanto hay que dejar vivir a cada uno su propia existencia.
Quiero envejecer en forma consciente, viendo sin miedo ni pena, como en mi rostro se marcan las huellas del tiempo, aprendiendo a querer mis arrugas, porque ellas son testimonio de mis años vividos. Lo importante es mantener el corazón alegre, dispuesto siempre a amar, a perdonar y a olvidar los olvidos...La mente ágil, la inteligencia viva, inquieta y ansiosa por descubrir lo desconocido, sin perder nunca la capacidad de asombro.
Mientras tenga curiosidad por la vida y quiera seguir aprendiendo, seguiré siendo joven y la vida seguirá brillando no solo en mis ojos, sino en todo mi ser. Será otro el ritmo de mis pasiones, otra la fuerza de mis anhelos, pero el vibrar en amor, en empatía, en armonía ¡ será el mismo.!
Los ojos del espíritu solo empiezan a ser penetrantes, cuando los del cuerpo comienzan a flaquear, porque el tiempo, las personas, las cosas en general, van tomando otra dimensión, tal vez mas lenta, pero a la vez mas profunda.
La juventud, la vejez, la felicidad, no son mas que estados de conciencia, no están fuera, sino dentro de nosotros, porque Todo es Mente, cada uno escoge su destino y yo he decidido, buscarle el resquicio legal a la vida, para seguir viviendo en plenitud y alegría, pues nadie puede herirme si yo no lo permito.
En la vejez, el tiempo debería tener mucho mayor importancia, porque nuestra cuenta es regresiva, por lo mismo nuestras acciones deberían trascender a la acción. No importa lo que hacemos, sino el cómo lo hacemos. Lo que nos ocurre, no es tan esencial, como la forma en que reaccionamos ante lo que nos pasa. La belleza está en el ojo del espectador, hay que traspasar la contingencia, para llegar a la esencia de las cosas. En nuestro mundo interno, todo puede ser valioso y significativo si sabemos descubrir en todo, la ley de Causa y Efecto.
No debemos temer a los cambios, por el contrario, debemos provocarlos, porque la monotonía duerme y estratifica, nos impide crecer y nos envejece antes de tiempo.
Cada día debemos afinar nuestros sentidos para ser capaces de ver el rostro de la gente, la belleza de las flores, los colores del atardecer y hasta de la piedra aparentemente inerte, aprender la ciencia de estar vivos. Quien es incapaz de maravillarse ante el espectáculo de la naturaleza, no es mas que un par de anteojos, tras los cuales no hay órbitas.
Nuestros oídos, se deben también afinar para ser capaces de escuchar a los que nos rodean, ir mas allá de las palabras, porque los sentimientos, las emociones, no son audibles si no estamos empatizando con quien nos habla. Solo cuando se alcanza el privilegio de escuchar, se puede comprender el lenguaje del alma y entender que, muchas veces, los silencios prolongados, son una urgente petición de ayuda, que los labios, no se atreven a pronunciar.
Si aprendemos a ver en vez de mirar, a escuchar en vez de oír, no nos quedaremos en el pasado recordando lo que ya no tenemos, porque nuestro presente, estará lleno de nuevas y mejores vivencias enriquecedoras. No pensemos nunca, que nuestra misión está ya cumplida, porque jamás se termina de evolucionar y para evolucionar es preciso luchar, sufrir, aventurarse, triunfar y fracasar. Vivir es amar, vibrar sin perder la capacidad de asombrarnos con las pequeñas cosas, porque en ellas está el secreto de ser feliz.
Pero la felicidad, necesita espacio, por eso hay que alivianar la mochila, limpiar nuestro corazón de los recuerdos amargos y resentimientos estériles.
En al medida que avanzan los años, deberíamos aficionarnos mas y mas, a la alegría, porque ella es el agua y el jabón que limpia nuestra alma de todo lo indeseable, con ella, no es necesaria ninguna clase de cirugía.
Además, un corazón alegre, no envejece, porque la alegría nos proporciona un energía extra, nuestro rostro se relaja, nuestro pulso se hace suave y nuestra salud mejora. La alegría es el antídoto de los achaques propios de la edad y también la mejor herencia que podemos dejar a los que nos rodean.
Si vivimos así, la vejez nos parecerá la etapa mas linda de nuestra vida, porque ella, es la única que hoy tenemos, la única que en verdad nos pertenece.



COLOQUIO CON UNA AMIGA CERCANA
 


Amiga, te desconozco pero te presiento, se que solo me descubrirás tu rostro, cuando llegue la hora señalada y el día preciso.
Amiga Muerte, te desconozco, pese a ello, no te temo ¿ cómo podría hacerlo si tú eres la otra cara de la Vida.?
Tú no puedes ser ni mas ni menos que lo que ha sido mi vida y ella ¡ ha sido bella.! Porque he aprendido a sufrir y a reír, a amar y ser amada, a dar y también a recibir.
He aprendido a vivir en el silencio, la soledad y la oscuridad de la noche, pero también el claro amanecer y el sol radiante han guiado mis pasos.
Muerte, no te temo porque se que tú, solo eres un paso mas, en mi retorno a la casa del Padre, para luego continuar mi camino ascendente, si los mundos de estancia me aguardan ¿ cómo entonces podría temerte.?
Eres mi amiga próxima y lejana. Se que en algún recodo del camino estás aguardándome. Llegarás cuando el plazo señalado el día que nací llegue a su fin, ni un minuto antes, ni un segundo después, porque eres impecable y también implacable con tus compromisos.
Te estaré esperando, pero como amiga quiero pedirte algo, cuando vengas a buscarme, no seas demasiado silenciosa, no te apresures en llevarme a tu morada. Quiero presentir tu llegada, quiero ver tu rostro radiante, para poder brindarte mi última y mejor sonrisa, acompañada de un guiño cómplice por nuestro encuentro.
Muerte, quiero sentirte porque quiero entregarme a ti, en forma consciente y confiada, segura que moriré solo para renacer con mas bríos y mayor sabiduría, para continuar con paso firme, mi camino evolutivo.
Amiga, mientras espero tu llegada, viviré intensamente cada minuto, para tener mucho que ofrecerte. No quiero que me encuentres con las manos vacías, sino con el corazón radiante de dicha por haber tenido el privilegio de
¡ VIVIR .!
Me entregaré a ti confiada, porque me he ganado el derecho a partir mas allá del horizonte.
 


LOS SENTIMIENTOS NOS HABLAN


Los sentimientos tienen un lenguaje mudo, pero expresivo e indispensable para comunicarnos con nosotros mismos y con los demás.
No tener conciencia de los propios sentimientos, no comprenderlos o no saber utilizarlos y expresarlos, es algo peor que la ceguera, la sordera o la parálisis, pues nuestros sentimientos son el sexto sentido, es el que nos permite interpretar, ordenar y dirigir a los otros cinco.
Sin sentimientos no hay vida, porque cada uno es, lo que son sus sentimientos. Quienes se relacionan con los demás a través del intelecto, están conociendo un país en un libro de geografía, en vez de intentar conocerlo y disfrutarlo.
Los sentimientos, básicamente se dividen en positivos y negativos. Los primeros, hay que guardarlos en nuestra memoria, porque si los almacenamos, su recuerdo nos impedirá sentirnos desgraciados, cuando debamos sufrir las heridas emocionales inherentes a nuestra condición humana. No hay manera de evitar el dolor, por la misma puerta que entra la felicidad también lo hace el sufrimiento, al igual que un bello día soleado es precedido de la oscuridad de la noche.
Los pensamientos negativos, requieren de toda nuestra atención, no para compadecernos y quejarnos, sino para reconocerlos y aceptarlos como etapas naturales. Si lo hacemos, estaremos contactándonos con la realidad y podremos resolver o aminorar nuestro dolor, nuestra rabia, nuestra culpa. Aceptar nuestra vulnerabilidad, en vez de tratar de ocultarla, es la única forma de hacernos fuertes.
Si no somos capaces de exteriorizar nuestros sentimientos negativos, estamos poniendo barreras emocionales y estas defensas, no solo bloquean las áreas desagradables, sino también las satisfactorias, pues nos impiden contactarnos con nuestra sensibilidad.
Toda herida emocional a la cual no se le da libre expresión, deja algún dolor dentro, que se va convirtiendo en energía negativa, que se manifiesta en ansiedad, en temor al daño o a la pérdida. La rabia nos lleva al enojo, y el enojo contenido nos induce a la culpa y cuando ésta se va acumulando, se convierte en depresión inexplicable, porque se ha olvidado el motivo que la produce.
El resentimiento, el sentirnos heridos, desgasta no solo nuestras energías emocionales, sino también las físicas. La tensión y la ansiedad se refleja en nuestros miembros tensos, el enojo provoca dolores de cabeza y jaquecas, la culpa y la depresión afectan la parte inferior de la espalda, la angustia y la preocupación irritan nuestro colón y la rabia aumenta nuestra presión sanguínea, de allí esa frase tan conocida: está que arde de rabia.
A menudo, estas manifestaciones físicas aparecen mucho antes, que seamos capaces de tomar conciencia del sentimiento que las provoca, por eso es bueno estar alerta a nuestros síntomas físicos, porque casi siempre ellos son el reflejo de lo que nos está ocurriendo internamente.
Los sentimientos exigen expresión, tratar de combatirlos, racionalizarlos o disfrazarlos, no es mas que dar lugar a reaparición bajo otra forma. El proceso de expresar nuestros sentimientos es difícil porque implica una continua mirada hacia nuestro ser interno, es el conócete a ti mismo, en la cual se basa todo camino evolutivo.
Debemos ser abiertos emocionalmente y tratar de darnos cuenta de lo que estamos sintiendo y el comprender el por qué. El hecho que tengamos sentimientos de envidia o de enojo, por nombrar algunos, no nos convierte en personas malas, de la misma forma que las acciones altruistas, no necesariamente nos convierte en personas buenas. Debemos aceptar que somos imperfectos, pero también reconocer que tenemos valores y que es nuestra responsabilidad el asumir y reconocer ambos.
Hay que ser capaz de sentir y dejar fluir nuestros sentimientos por sus canales naturales, si lo hacemos descubriremos que somos individuos en vías de desarrollo, con todas las posibilidades de efectuar cambios y crecer. Si queremos avanzar debemos bajar las defensas del orgullo, la soberbia de creernos mejores a los demás, porque estas barreras nos impiden conocernos como realmente somos y por ende avanzar.
Cuando detenemos nuestro bullicio interno y escuchamos el lenguaje de nuestros sentimientos, comenzamos a ser sinceros con nosotros y con los demás. Nos sacamos las mil máscaras de nuestros yoes psicológicos y comenzamos a tener individualidad real, como personas abiertas y productivas.
Solo cuando logramos derrumbar los mitos de nuestra imagen idealizada comenzamos recién ¡ a vivir .! es un proceso lento y permanente, pero bien vale la pena el hacer el esfuerzo, para dejar de vegetar en una burbuja, que nos aleja de los seres que mas amamos y que nos impide conocernos y ser auténticos en nuestro sentir.

 


DESILUSIÓN


Cuando contemplamos la belleza de una rosa, posamos nuestra vista en su forma y colorido, no en las espinas que rodean su tallo, de la misma forma, debemos contemplar la hermosura de la vida, cuando el sufrimiento o el engaño, arañe a nuestro corazón.
Es lícito sentir tristeza cuando sufrimos una desilusión, porque es doloroso descubrir que nos habíamos hecho falsas expectativas sobre la persona a quien entregamos nuestra confianza o mas aun, a quien dimos nuestro amor. Pero, ¿ de quién es la culpa que nos sintamos defraudados.? ¿ Es que la persona realmente ha cambiado o será que nosotros vimos en ella, lo que nosotros necesitábamos ver.?
¿Cuántas veces convertimos a las personas amadas, en perchas de nuestras mas locas fantasías.! Ellas están ahí, son de una manera determinada, pero nosotros les vamos colgando todas las cualidades que se nos ocurren, de forma tal, que puedan satisfacer nuestros deseos e íntimas expectativas. Vemos así, lo que queremos y necesitamos ver.
Cuando un amor se termina sin dejar huella, es porque nunca lo fue, el enamoramiento es una permuta de imágenes idealizadas, intercambio no de personalidades, ni de personas sino de ilusiones .
Luego, mas temprano que tarde, la realidad acaba por imponerse y nos demuestra que la persona con la cual soñábamos ya no está, no existe, porque lo que tenemos en frente es alguien desconocido. ¿ De quién es la culpa, nuestra o de la otra persona .? ¿ Tiene ella la culpa que nosotros quisiéramos hacer realidad lo que solo estaba en nuestra imaginación acalorada .? Lo mas probable, es que en esa persona, hayamos visto la prolongación y la proyección de nosotros mismos.
Desilusionarse es simplemente, desprenderse de una ilusión, de un sueño, de algo irreal, que solo fue posible para nuestra imaginación y nuestro ego que quiso ver solo lo que le convenía para satisfacer sus propios deseos de ser amado.
Una ilusión, no puede ser duradera, porque sus cimientos no son sólidos, tienen belleza, pero también la duración de una flor de loto, que afirma sus raíces en el agua.
Cuando suframos una desilusión, en vez de amargarnos y decir; ¡ qué mala suerte tengo, no puedo confiar en nadie .! reconozcamos con hidalguía, que la pena que podamos estar sintiendo, nos la hemos fabricado nosotros mismos, es fruto de nuestra equivocación al querer ver lo inexistente.
Nuestro dolor entonces, en vez de ser una queja inútil, se transformará en una lección provechosa, en una rica experiencia, que nos ayudará a ser mas cautos y a ver a las personas como realmente son y no como nosotros, quisiéramos que fuesen.
Como en todo, en la apreciación de las personas, debemos buscar el equilibrio, porque así como es malo vivir de ilusiones, tampoco es bueno vivir a la defensiva. No hay lugar a dudas, que es preferible sufrir por amor, que no saber amar. Una desilusión no puede llenar nuestro corazón de escepticismo o amargura, no podemos poner a todos en el mismo saco y negarnos a amar y permitir que nos amen.
La vida es un don que se nos otorga para que lo hagamos fructificar, tenemos que responder de lo que hemos recibido y también de lo que hemos entregado. La vida es una retroalimentación, no solo entre los hombres, sino también entre la criatura y su Creador. En la economía cósmica la interacción es una realidad.
Así pues, cuando la desilusión toque la puerta de nuestro corazón, no culpemos a terceros, mas bien, sequemos nuestras lágrimas, limpiemos nuestro corazón de resentimientos y rencores, abramos las ventanas de nuestra alma para que entre la esperanza y la serenidad, que suelen llegar pasado el vendaval.
La vida es bella, no dejemos que una nube pasajera oscurezca todo el horizonte, tengamos fe, porque contrariamente a lo que se dice, la vida no es un valle de lágrimas, sino un mar de posibilidades para ser felices, todo depende del uso que demos a las dificultades y problemas.
En vez de desilusionarnos ¡ abramos nuestros ojos a las realidades de la vida.! a toda la belleza que ella encierra y que muchas veces nuestras quejas y nuestro pesimismo, son culpables, que no podamos descubrir la belleza, en las pequeñas grandes cosas del quehacer cotidiano. Seamos felices con lo que tenemos, en vez de sufrir por lo que nos falta.
Yolanda Silva Solano©

 


MUCHAS GRACIAS AMIGA!!
Ludy Mellt Sekher

 

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