Acabo de enviar a Dios para ti,
una pequeña  y ferviente oración.
Y se que me oyó,  porque sentí
la respuesta  en mi corazón.

No le pedí riquezas, ni nada material.
Sino las mejores  bendiciones
para todos tus días,
y para toda tu familia.

Le pedí que estuviera  junto a ti
de principio a fin de cada día.
Que te concediese  muy buena salud.
Que te diera la mejor Paz del mundo.

Que convirtiera tus sueños en
una hermosa realidad.
Que su grandiosa Protección
estuviera siempre contigo.

Y...
¿Sabes qué me
respondió?

- Amén! Así Sea!


Ludy Mellt Sekher©

Fragmento de "El Despertar"

I.S.B.N.  13961-713-13-5
©Ludy Mellt Sekher
©Editorial LMS