Sekher Castle of Ludy Mellt Sekher

 



DÍA DE MARÍA AUXILIADORA
24 de mayo

ORACIÓN

MI ÚLTIMO ANHELO

¡María!
¡Dulcísima María,
Madre querida y poderosa Auxiliadora!
Estréchame cariñosa entre tus brazos...
deja que yo recline mi frente sobre tu pecho
y que deposite en él mis lágrimas
Mírame compasiva
A ti me acerco llena de confianza...
no me deseches
ni me niegues tu piedad.
Tú eres la esperanza y el consuelo.
¡Madre mía!
Permite que yo abra de par en par
la puerta de tu corazón tan bueno
y entre de lleno en él
pues vengo cansada
y sé que Tú no sabes negarte
al que afligido viene
a postrarse a tus pies.
¡Virgen Madre!
Tu trono se levanta precisamente
donde hay dolores que calmar,
lágrimas que enjugar
y tristezas que consolar...
¡Madre buena,
aquí está tu hija que te busca!
tu apacible rostro ensancha
mi confianza,
tus castos ojos me miran compasivamente
disipando las densas nubes
de mi espíritu, y mi abatimiento
y zozobra desaparecen
con tu materna sonrisa.
Si majestuosa empuñas
tu cetro en señal de poder,
como eres mi Madre,
es tan sólo para manifestarme
que eres la dispensadora de las gracias
y mercedes del cielo, para
derramarlas con abundancia
sobre esta tu pobre hija que
sólo desea amarte y agradecerte.
Tú eres el Océano, Madre,
y yo el imperceptible grano de arena
arrojado en él...
Tú eres el rocío y
yo la pobre flor mustia y
marchita que necesita de Ti
para volver a la vida.
Que nada me distraiga,
que nadie me busque...
Yo estoy perdida
en el mar inmenso
de tu bondad,
estoy escondida en el seno
misterioso de mi bendita
Madre.
Reina mía,
confiando en tu Auxilio bondadoso
y tierno, quiero hablarte
con la confianza del niño...
quiero acariciarte, quiero llorar
contigo... derramar mi alma en
tu presencia para pedirte gracias,
arrancarme, en una palabra el
corazón para regalártelo
en prenda de mi amor.
Escucha, tierna María,
mi dulce Auxiliadora,
una a una todas mis palabras
Sí, aquí estoy...
aquí está tu pobre hija
a quien has amado y amas aún
con predilección y que te pertenece...
la que descansó en tus brazos
antes de reposar en el regazo maternal...
la que probó tus caricias mucho
antes que los maternos besos...
Yo dormí en tu seno
el dulce sueño de la inocencia,
viví tranquila
bajo tu manto sin conocer
ni sospechar siquiera
los escollos de la
vida, amándote con ardor
y gozando de tus caricias
con las que
preparaste mi alma
y corazón para los rudos ataques y
sinsabores de la vida.
Tu mano salvadora me regaló
con gracias particularísimas
y especiales dones,
que reservas tan sólo
para tus amados.
¡Ah cuando me hallo cercada
de tinieblas y sombras de muerte,
sobrecogida de angustioso quebranto...
cuando mi corazón tiembla ante
la presencia del dolor,
este pensamiento dulcísimo de tus tiernas
muestras de predilección
vienen a ser el rayo luminoso
que hace surgir
mi frente dándome alas
para remontarme hasta el infinito...
¡Oh recuerdo consolador!
¡Bendita seas!
Eres la escalera por la cual subo
hasta el trono de la clemencia
y del amor santo y verdadero.
Más ¡ay!... pronto pasaron
de aquella alma los días de encanto...
con la velocidad del relámpago
se disiparon mis goces infantiles
y llegó para mí la hora del desamparo...
Madre, no puedo soportar su peso...
siento quebrantar al mismo tiempo
todas mis fuerzas interiores y
necesito que tu mano me sostenga
para no sucumbir en la lucha...
Ansiosa te busco como el pobre náufrago
busca su tabla salvadora...
Levanto a Ti mis ojos y
mi pesada frente como
el marino en busca de la estrella
que debe señalarle el puerto.
Me siento como abandonada,
semejante a una nave sin piloto
a merced del oleaje
tempestuoso e incesante...
Haz que viva siempre unida a Ti,
como la débil hiedra vive asida
fuertemente a la robusta encina
defendiéndose del furioso huracán...
¿Qué sería de ésta tu hija?
¡Oh Madre!
¿Sin Ti?
Mil enemigos me acechan
redoblando a cada paso
sus infernales astucias...
acosada me siento por todas partes
y si Tú no me amparas,
¿quién se apiadará de mí?
No me alejes, por piedad,...
muestra que eres mi Madre Auxiliadora;
reduce a polvo mis pecados,
lávame con tus lágrimas
y límpiame más y más.
Tus brazos son el trono
de la misericordia,
en ellos descansa tu Jesús...
Sujétame entre ellos,
dile que acepto el dolor que redime
si Tú me lo envías, que venga,
si es preciso, el sufrimiento
aun cuando mi pobre carne
tiemble ante él,
con tal que mi alma
se torne blanca como la nieve.
Sí, dile a tu amado hijo que
yo quiero desagraviar
para alcanzar su clemencia,
dile que eche un velo
sobre mis faltas y miserias
y que olvide para siempre
el mal que haya hecho...
¡María! de mi vida no resta más
que la última etapa...
mis ensangrentadas huellas
van marcando mis pasos
en la senda escabrosa de la vida
que está por cortarse...
mi cansado corazón late aún, sí,
porque Tú les das vida y aliento,
pero derrama las últimas lágrimas
que manan de él cual candente lava.
Terminará mi existencia
y ¿qué será de mí, si mi Auxiliadora
no viene en ese momento terrible?
¿A quién volveré mis ojos
si te alejas en ése instante?
La gracia que te he pedido
y tanto deseo para mi agonía,
es grandísima y no la merezco,
pero la espero con plena confianza
y tu sonrisa me alentará.
Estoy segura de que aun cuando
el demonio ruja a mi alrededor,
preparando su último asalto,
tu mano maternal me acariciará
y con sin par solicitud me prodigará
los últimos consuelos en mi despedida
de este triste valle de lágrimas.
Esto lo sé cierto, lo siento en mí
y no fallará mi esperanza...
ni un momento lo dudo.
Los ángeles santos,
al ver las ternuras de que seré
objeto en el terrible trance
exclamarán también enternecidos:
"Mirad cómo la ama nuestra Reina".
Esta es la gracia de las gracias,
¡Mi último anhelo,
mi petición suprema!
Haz ¡oh Madre mía!
que tu dulcísimo nombre,
que fue la primer palabra
que supieron balbucir
mis infantiles labios entre
las caricias de mi buena madre,
sea también la última expresión
que suavice y endulce mi
sedienta boca al entregar mi alma.
¡Madre!...
que mi tránsito sea el postrer
tributo de mi amor hacia Ti...
que sea la última nota de mis
cantos que tantas veces
se elevaron en tu loor
y el ósculo moribundo que te envíe
sean el preludio de mi eterna
e íntima unión con la Majestad divina
y contigo,
¡Oh mi dulce, mi santa
y tierna Madre Auxiliadora...!

Amén


Ignoro de quién es la autoría
de esta oración, ruego al que sepa
avisarme por email a fin de darle
su crédito, Muchas Gracias

"En cualquier momento,
en cualquier lugar,
bajo cualquier circunstancia;
si me necesitas,
¡Cuenta conmigo!"

Ludy Mellt Sekher

 

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