Sekher Castle of Ludy Mellt Sekher

 

 

GRANDES CLÁSICOS DE
LA LITERATURA ERÓTICA

 


Prof. Lic. Cecilia Silva Khoury

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PAISAJE

Quiero, para hacer castamente mis églogas,
tenderme junto al cielo igual que los astrólogos;
cerca del campanario escuchar entre sueños
esos himnos solemnes que los vientos arrastran.
Las manos al mentón, en mi alta buhardilla
contemplaré el taller que charla y parlotea,
tubos y campanarios, mástiles de la urbe,
y esos vastos cielos que hablan de lo eterno.
Es grato ver surgir, a través de la bruma,
la estrella en el azul, en el balcón la lámpara,
los ríos de carbón subir al firmamento
y la luna verter sus pálidos encantos.
Veré la primavera, el otoño, el estío;
y al llegar el invierno de monótonas nieves
cerraré en todas partes persianas y postigos
para lanzar en la noche mis mágicos palacios.
Entonces soñaré azules horizontes,
jardines, surtidores en pilas de alabastro,
pájaros que cantan mañana y noche, besos,
y todo lo infantil que nos trae el Idilio.
El Motín, golpeando en vano mis cristales,
no me hará levantar la frente de la mesa;
pues estaré hundido en el puro deleite
de con mi voluntad crear la Primavera,
de arrancar un sol de mi pecho y de hacer
una atmósfera tibia, con mis ardientes sueños.

CHARLES BAUDELAIRE
"Las flores del mal"



A EROS

He aquí que te cacé por el pescuezo
a la orilla del mar, mientras movías
las flechas de tu aljaba para herirme
y vi en el suelo tu floreal corona.

Como a un muñeco destripé tu vientre
y examiné sus ruedas engañosas
y muy envuelta en sus poleas de oro
hallé una trampa que decía: sexo.

Sobre la playa, ya un guiñapo triste,
te mostré al sol, buscón de tus hazañas,
ante un coro asustado de sirenas.

Iba subiendo por la cuesta albina
tu madrina de engaños, Doña Luna,
y te arrojé a la boca de las olas.

ALFONSINA STORNI


MÍA
Mía: así te llamas.
¿Qué más harmonía?
Mía: luz del día;
mía: rosas, llamas.
¡Qué aroma derramas
en el alma mía
si sé que me amas!
¡Oh Mía! ¡Oh Mía!
Tu sexo fundiste
con mi sexo fuerte,
fundiendo dos bronces.
Yo triste, tú triste…
¿No has de ser entonces
mía hasta la muerte?

Rubén Darío



PALABRAS DE LA SATIRESA

Un día oí una risa bajo la fronda espesa,
vi frotar de lo verde dos manzanas lozanas;
erectos senos eran las lozanas manzanas
del busto que bruñía de sol la Satiresa:
era un Satiresa de mis fiestas paganas,
que hace brotar clavel o rosa cuando besa;
y furiosa y riente y que abrasa y que mesa,
con los labios manchados por las moras tempranas.
"Tú que fuiste -me dijo-un antiguo argonauta,
alma que el sol sonrosa y que la mar zafira,
sabe que está el secreto de todo ritmo y pausa
en unir carne y alma a la esfera que gira,
y amando a Pan y Apolo en la lira y la flauta,
ser en la flauta Pan, como Apolo en la lira".

Rubén Darío



QUE EL AMOR NO ADMITE CUERDAS REFLEXIONES
(A la manera de Santa Fe)

Señora, Amor es violento,
y cuando nos transfigura
nos enciende el pensamiento
la locura.
No pidas paz a mis brazos
que a los tuyos tienen presos:
son de guerra mis abrazos
y son de incendio mis besos;
y sería vano intento
el tornar mi mente obscura
si me enciende el pensamiento
la locura.
Clara está la mente mía
de llamas de amor, señora,
como la tienda del día
o el palacio de la aurora.
Y al perfume de tu ungüento
te persigue mi ventura,
y me enciende el pensamiento
la locura.
Mi gozo tu paladar
rico panal conceptúa,
como en el santo Cantar:
Mel et lac sub lingua tua.
La delicia de tu aliento
en tan divino vaso apura,
y me enciende el pensamiento
la locura.


Rubén Darío



LEDA

El cisne en la sombra parece de nieve;
su pico es de ámbar, del día al trasluz;
el suave crepúsculo que pasa tan breve
las cándidas alas sonrosa de luz.
Y luego, en las ondas del lago azulado,
después que la aurora perdió su arrebol,
las alas tendidas y el cuello enarcado,
el cisne es de plata, bañado de sol.
Tal es, cuando esponja las plumas de seda,
olímpico pájaro herido de amor,
y viola en las linfas sonoras a Leda,
buscando su pico los labios en flor.
Suspira la bella desnuda y vencida,
y en tanto que al aire sus quejas se van,
del fondo verdoso de fronda tupida
chispean turbados los ojos de Pan.

Rubén Darío




DIVINA PSIQUIS, DULCE MARIPOSA INVISIBLE

¡Divina Psiquis, dulce mariposa invisible
que desde los abismos has venido a ser todo
lo que en mi ser nervioso y en mi cuerpo sensible
forma la chispa sacra de la estatua de lodo!
Te asomas por mis ojos a la luz de la tierra
y prisionera vives en mí de extraño deseo;
te reducen a esclava mis sentidos en guerra
y apenas vagas libre por el jardín del sueño.
Sabia de la Lujuria que sabe antiguas ciencias,
te sacudes a veces entre imposibles muros,
y más allá de todas la vulgares conciencias
exploras los recodos más terribles y obscuros.
Y encuentras sombra y duelo. Que sombra y duelo encuentres
bajo la viña en donde nace el vino del Diablo.
Te posas en los senos, te posas en los vientres
que hicieron a Juan loco e hicieron cuerdo a Pablo.
A Juan virgen y a Pablo militar y violento,
a Juan que nunca supo del supremo contacto;
a Pablo el tempestuoso que halló a Cristo en el viento,
y a Juan ante quien Hugo se queda estupefacto.
Entre la catedral y las ruinas paganas
vuelas, ¡oh Psiquis, oh alma mía!
-como decía
aquel celeste Edgardo,
que entró en el paraíso entre un son de campanas
y un perfume de nardo-,
entre la catedral
y las paganas ruinas
repartes tus dos alas de cristal,
tus dos alas divinas.
Y de la flor
que el ruiseñor
canta en su griego antiguo, de la rosa,
vuelas, ¡oh, Mariposa!,
a posarte en un clavo de nuestro Señor.

Rubén Darío



EN EL PAÍS DE LAS ALEGORÍAS

En el país de las Alegorías
Salomé siempre danza,
ante el tiarado Herodes,
eternamente.
Y la cabeza de Juan el Bautista,
ante quien tiemblan los leones,
cae al hachazo. Sangre llueve.
Pues la rosa sexual
al entreabrirse
conmueve todo lo que existe,
con su efluvio carnal
y con su enigma espiritual.


Rubén Darío



AMO, AMAS

Amar, amar, amar, amar siempre, con todo
el ser y con la tierra y con el cielo,
con lo claro del sol y lo obscuro del lodo.
Amar por toda ciencia y amar por todo anhelo.
Y cuando la montaña de la vida
nos sea dura y larga y alta y llena de abismos,
amar la inmensidad que es de amor encendida
¡y arder en la fusión de nuestros pechos mismos!

Rubén Darío



LA BAILARINA DE LOS PIES DESNUDOS

Iba, en un paso rítmico y felino
a avances dulces, ágiles o rudos,
con algo de animal y de divino
la bailarina de los pies desnudos.
Su falda era la falda de las rosas,
en sus pechos había dos escudos…
Constelada de casos y de cosas…
La bailarina de los pies desnudos.
Bajaban mil deleites de los senos
hacia la perla hundida del ombligo,
e iniciaban propósitos obscenos
azúcares de fresa y miel de higo.
A un lago de la silla gestatoria
estaban mis bufones y mis mudos…
¡Y era toda Selene y Anactoria
la bailarina de los pies desnudos!
[1903-1907]

Rubén Darío

¡CARNE, CELESTE CARNE DE LA MUJER!

¡Carne, celeste carne de la mujer! Arcilla
--dijo Hugo--, ambrosía más bien, ¡oh maravilla!,
la vida se soporta,
tan doliente y tan corta,
solamente por eso:
¡roce, mordisco o beso
en ese pan divino
para el cual nuestra sangre es nuestro vino!
En ella está la lira,
en ella está la rosa,
en ella está la ciencia armoniosa,
en ella se respira
el perfume vital de toda cosa.
Eva y Cipris concentran el misterio
del corazón del mundo.
Cuando el áureo Pegaso
en la victoria matinal se lanza
con el mágico ritmo de su paso
hacia la vida y hacia la esperanza,
si alza la crin y las narices hincha
y sobre las montañas pone el casco sonoro
y hacia la mar relincha,
y el espacio se llena
de un gran temblor de oro,
es que ha visto desnuda a Anadiomena.
Gloria, ¡oh Potente a quien las sombras temen!
¡Que las más blancas tórtolas te inmolen!
¡Pues por ti la floresta está en el polen
y el pensamiento en el sagrado semen!
Gloria, ¡oh Sublime que eres la existencia
por quien siempre hay futuros en el útero eterno!
¡Tu boca sabe al fruto del árbol de la Ciencia
y al torcer tus cabellos apagaste el infierno!
Inútil es el grito de la legión cobarde
del interés, inútil el progreso
yankee, si te desdeña.
Si el progreso es de fuego, por ti arde.
¡Toda lucha del hombre va a tu beso,
por ti se combate o se sueña!
Pues en ti existe Primavera para el triste,
labor gozosa para el fuerte,
néctar, Ánfora, dulzura amable.
¡Porque en ti existe
el placer de vivir hasta la muerte
ante la eternidad de lo probable!…

Rubén Darío


METEMPSICOSIS

Yo fui un soldado que durmió en el lecho
de Cleopatra la reina. Su blancura
y su mirada astral y omnipotente.
Eso fue todo.
¡Oh mirada! ¡oh blancura y oh aquel lecho
en que estaba radiante la blancura!
¡Oh la rosa marmórea omnipotente!
Eso fue todo.
Y crujió su espinazo por mi brazo;
y yo, liberto, hice olvidar a Antonio.
(¡Oh el lecho y la mirada y la blancura!)
Eso fue todo.
Yo, Rufo Galo, fui soldado, y sangre
tuve de Galia, y la imperial becerra
me dio un minuto audaz de su capricho.
Eso fue todo.
¿Por qué en aquel espasmo las tenazas
de mis dedos de bronce no apretaron
el cuello de la blanca reina en broma?
Eso fue todo.
Yo fui llevado a Egipto. La cadena
tuve al pescuezo. Fui comido un día
por los perros. Mi nombre, Rufo Galo.
Eso fue todo.

[1893]


Rubén Darío



BALADA EN HONOR DE LAS MUSAS
DE CARNE Y HUESO

Nada mejor para cantar la vida,
y aun para dar sonrisas a la muerte,
que la áurea copa en donde Venus vierte
la esencia azul de su viña encendida.
Por respirar los perfumes de Armida
y por sorber el vino de su beso,
vino de ardor, de beso, de embeleso,
fuérase al cielo en la bestia de Orlando,
¡voz de oro y miel para decir cantando:
la mejor musa es la de carne y hueso!
Cabellos largos en la buhardilla,
noches de insomnio al blancor del invierno,
pan de dolor con la sal de lo eterno
y ojos de ardor en que Juvencio brilla;
el tiempo en vano mueve su cuchilla,
el hilo de oro permanece ileso;
visión de gloria para el libro impreso
que en sueños va como una mariposa
y una esperanza en la boca de rosa.
¡La mejor musa es la de carne y hueso!
Regio automóvil, regia cetrería,
borla y mucera, heráldica fortuna,
nada son como a la luz de la luna
una mujer hecha una melodía.
Barca de amar busca la fantasía,
no el yatch de Alfonso o la barca de Creso.
Da al cuerpo llama y fortifica el seso
ese archivado y vital paraíso;
pasad de largo, Abelardo y Narciso.
¡La mejor musa es la de carne y hueso!
Clío está en esta frente hecha de Aurora,
Euterpe canta en esta lengua fina,
Talía ríe en la boca divina,
Melpómene es ese gesto que implora;
en estos pies Terpsícore se adora,
cuello inclinado es de Erato embeleso,
Polymnia intenta a Calíope proceso
por esos ojos en que Amor se quema.
Urania rige todo ese sistema.
¡La mejor musa es la de carne y hueso!
No protestéis con celo protestante,
contra el panal de rosas y claveles
en que Tiziano moja sus pinceles
y gusta el cielo de Beatrice el Dante.
Por eso existe el verso de diamante,
por eso el iris tiéndese y por eso
humano genio es celeste progreso.
Líricos cantan y meditan sabios:
por esos pechos y por esos labios.
¡La mejor musa es la de carne y hueso!

Rubén Darío



ENVÍO

Gregorio: nada al cantor determina
como el gentil estímulo del beso.
Gloria al sabor de la boca divina.
¡La mejor musa es la de carne y hueso!
[1907]

Rubén Darío



POEMA DEL OTOÑO

Tú, que estás la barba en la mano
meditabundo,
¿has dejado pasar, hermano,
la flor del mundo?
Te lamentas de los ayeres
con quejas vanas:
¡aún hay promesas de placeres
en los mañanas!
Aún puedes casar la olorosa
rosa y el lis,
y hay mirtos para tu orgullosa
cabeza gris.
Tú has gozado de la hora amable,
y oyes después
la imprecación del formidable
Eclesiastés.
El domingo de amor te hechiza;
mas mira cómo
llega el miércoles de ceniza:
Momento, homo…
Por eso hacia el florido monte
las almas van,
y se explican Anacreonte
y Omar Kayam.
Huyendo de mal, de improviso
se entra en el mal,
por la puerta del paraíso
artificial.
Y, no obstante, la vida es bella,
por poseer
la perla, la rosa, la estrella
y la mujer.
Y sentimos la vida pura,
clara, real,
cuando la envuelve la dulzura
primaveral.
¿Para qué las envidias viles
y las injurias,
cuando retuercen sus reptiles
pálidas furias?
¿Para qué los odios funestos
de los ingratos?
¿Para qué los lívidos gestos
de los Pilatos?
¡Si lo terreno acaba, en suma,
cielo e infierno,
y nuestras vidas son la espuma
de un mar eterno!
Cojamos la flor del instante;
¡la melodía
de la mágica alondra cante
la miel del día!
Amor a su fiesta nos convida
y nos corona.
Todos tenemos en la vida
nuestra Verona.
Mas coged la flor del instante,
cuando en Oriente
nace el alba para el fragante
adolescente.
¡Oh! Niño que con Eros juegas,
niños lozanos,
danzad como las ninfas griegas
y los silvanos.
El tiempo todo roe
y va de prisa;
sabed vencerle, Cintia, Cloe
y Cidalisa.
¡Adolescencia! Amor te dora
con su virtud;
goza del beso de la aurora,
¡oh juventud!
¡Desventurado el que ha cogido
tarde la flor!
Y ¡ay de aquel que nunca ha sabido
lo que es amor!
Yo he visto en tierra tropical
la sangre arder,
como en un cáliz de cristal
en la mujer.
Y en todas partes la que ama
y se consume
como una flor hecha de llama
y de perfume.
Abrasaos en esa llama
y respirad
ese perfume que embalsama
la Humanidad.
Gozad de la carne, ese bien
que hoy nos hechiza,
y después se tornará en
polvo y ceniza.
Gozad del sol, de la pagana
luz de sus fuegos;
gozad del sol, porque mañana
estaréis ciegos.

Gozad de la dulce armonía
que a Apolo invoca;
gozad del canto, porque un día
no tendréis boca.
Gozad de la tierra, que un
bien cierto encierra;
gozad, porque no estáis aún
bajo la tierra.
Apartad el temor que os hiela
y que os restringe;
la paloma de Venus vuela
sobre la Esfinge.
Aún vencen muerte, tiempo y hado
las amorosas;
en las tumbas se han encontrado
mirtos y rosas.
Aún Anadiómena en sus lidias
nos da su ayuda;
aun resurge en la obra de Fidias
Friné desnuda.
Vive el bíblico Adán robusto,
de sangre humana,
y aun siente nuestra lengua el gusto
de la manzana.
Y hace de este globo viviente
fuerza y acción
la universal y omnipotente
fecundación.
El corazón del cielo late
por la victoria
de este vivir, que es un combate
y es una gloria.
Pues aunque hay pena y nos agravia
el sino adverso,
en nosotros corre la savia
del universo.
Nuestro cráneo guarda el vibrar
de tierra y sol,
como el ruido de la mar
el caracol.
La sal del mar en nuestras venas
va a borbotones;
tenemos sangre de sirenas
y de tritones.
A nosotros encinas, lauros,
frondas espesas;
tenemos carne de centauros
y satiresas.
En nosotros la Vida vierte
fuerza y calor.
¡Vamos al reino de la Muerte
por el camino del Amor!

Rubén Darío
[1909]





Con sus manchas de betel,
con las negras marcas que le dejó el áloe,
exhalando el aroma de cremas perfumadas,
exhibiendo rasgos de la laca de los pies,
con las onduladas arrugas que la cruzan
y las flores caídas de las trenzas,
las cobertura del lecho está diciendo
las diversas posturas que adoptó la amada,
con su amante, en el momento del placer.

AMARÚ


Cuando mi amante subió a mi lecho,
de por sí sola se soltó la hebilla de mi cinturón
y, mal sostenido en mi cintura,
mi vestido se deslizó por mis caderas.
Eso es lo único que sé,
pues, apenas sentí el contacto de su cuerpo,
de todo me olvidé:
de quién era él,
de quién era yo,
de cómo fue nuestro placer.

AMARÚ



Mis senos
recién brotados en mi pecho
crecieron en el contacto de tu pecho;
aprendiendo de las tuyas la sutil ambigüedad,
mis palabras perdieron su inocencia;
y las lianas de mis brazos,
soltándose del cuello de la que era mi nodriza,
a tu cuello se abrazaron.
Mas ahora, descortés,
ni siquiera es tu camino la calle de mi casa.

AMARÚ




Diálogo de ella con la mensajera:

-¿Por qué está lleno de sudor tu rostro?
-Por los rayos del sol.
-Tus ojos están enrojecidos.
-Por la cólera que me causaron sus palabras.
-Tu negra trenza está en desorden.
-Debido al fuerte viento.
-El tilak de sándalo ha sido borrado de tu frente.
-Lo borró la franja de mi sari.
-Estás cansada.
-Con las idas y venidas.
-Todo está bien,
mas dime, falsa mensajera,
¿por qué tienes heridas en tus labios?

AMARÚ



Ella le dio, con cólera, la espalda
y, fingiendo descaradamente que dormía,
cerró los capullos de sus ojos;
él, experto en el Arte del Amor,
juntó su cuerpo con su cuerpo
y puso, suavemente, con temor, su mano
sobre la hebilla de su cinturón.
Ella, entonces, contrajo la cintura.


Amaru.

traducidos del sánscrito por el profesor peruano Fernando Tola.

Enviado por la Sra.Lic. Cecilia Silva Khoury



Cuerpo de mujer

Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos
te pareces al mundo en tu actitud de entrega,
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.

Fui solo como un tunel. De mi huian los pajaros,
y en mi la noche entraba su invasion poderosa.
Para sobrevivirme te forje como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en
mi honda.

Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche avida y firme.
Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de la ausencia!
Ah las rosas del pubis! Ah tu voz lenta y triste!

Cuerpo de mujer mia, persistire en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin limite, mi camino indecio!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito.

Pablo Neruda

 

¡Muchas Gracias Cecilia!

 

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