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LA CIUDAD
por J. Mauricio Sánchez Peña.
Habían ya pasado meses desde que la expedición tomó su curso, salieron un
viernes por la mañana, dos aventureros hacia las colinas de lo
desconocido.
Su nombre el señor Arturo, sus amigos lo llamaban Archí, vivía en una
enorme
casona cerca del centro de la ciudad de Uruga en África. De descendencia
europea el señor Archí era un medio inglés y medio australiano, de esos
tipos solitarios que parecen haber olvidado que un día vivieron en la
civilización, y bueno, al fin de cuentas la civilización no era un lugar
en
el que un señor de cuarenta y cinco, jubilado y ermitaño quisiera vivir.
A él le parecía que buscar la soledad en ese enorme caserón que le heredó
su
tío Bugs, era más que suficiente para sus investigaciones, además de la
enorme fortuna que le dejó para gastarla en lo que quisiera.
Archí, era un pintor excelente, a su edad pintaba graffiti por doquier,
además de múltiples cuadros de copias de Leonardo Da Vinci y otros
famosos,
tenía por pasatiempo tocar el piano, y una peculiaridad muy excéntrica;
dibujar, dibujaba de todo, pero lo que más le encantaba era dibujar
ciudades.
Ciudades de todo tipo, grandes, pequeñas, villas pintorescas, e incluso
cementerios e iglesias, todo lo que veía, o lo copiaba, o lo imaginaba.
Gracias a un profesor de teología de la universidad de Arkansas en los E.U
que era muy amigo de éste Archí se decidieron a inventar, un proyecto
nuevo
al que le llamarían; “La Ciudad”.
Pero esta ciudad sería especial, porque tendrían que buscarla por ellos
mismos.
Low era ese profesor tan amigo de Archí, que se conocieron años antes en
una
conferencia en la Universidad de Pamplona en España, y desde entonces
compartían puntos de vista muy concordantes, compaginaban hasta con la
vieja
costumbre de beber el té primero y después discutir de asuntos
importantes.
Ambos viejos y solitarios (de esos solterones que nunca se casan ni aunque
tuvieren la oportunidad), en cierta forma se encontraban algo amargados,
por
más que luchaban por mantenerse en pie en una sociedad tan tambaleante no
lograban asir o no se encontraban preparados para tanta información.
- Que las computadoras, que el internet, que las fotocopiadoras a color,
que
el té químico a fin de cuentas-.
Richí había desarrollado un modelo a escala de lo que parecía ser una
extraña ciudad, bastante extraña a mi parecer, tenía las calles grandes,
no
había gente por ningún lado y se encontraba cubierta por una efecto
especial
que le había puesto como aditamento para hacerla lucir más tenebrosa aún.
Al profesor Low le interesó inmediatamente la maqueta y decidió estudiarla
con cuidado, la llevó a un laboratorio de pruebas y se percató de que las
dimensiones eran exactas y se encontraba perfectamente construida a
escala,
¿pero que escala podría ser esa? Sobresalían, aquí y allá, torres que si
tuvieran un tamaño natural cubrirían las nubes por completo, había también
piscinas enormes que parecían no tener fin, pero como la maqueta era solo
un
bosquejo, los escenarios que bordeaban el límite de la escala se cortaban
inesperadamente.
Low decidió hacer un dibujo que mostrará como continuaba la ciudad, y como
se seguirá desenvolviendo la trama conforme le agregaba más y más piezas
al
increíble rompecabezas, en este caso las computadoras les fueron de gran
ayuda, porque con ellas pudieron crear fractales inmensos que se
sobreponían
unos con otros y daban la sensación de una enorme cuidad de fantasía
creada
con lo mejores efectos especiales. Pero a fin de cuentas era sólo eso; una
fantasía creada con el fin de expandir la imaginación.
Archí hizo una pintura haciendo uso de sus mejores técnicas y
combinándolas
todas, el resultado un óleo de más de 8 metros de altura por 6 de anchura.
Para ser sincero se veía formidable; luces de colores serpenteando aquí y
allá, extrañas criaturas que ni en la imaginación de Spilberg cabrían, y
además había seres humanos, pero no seres humanos como los que conocemos,
parecían difusos y sin contornos, altos y esqueléticos, como las
ilustraciones de Eon Flux, o los paisajes de Jim Warren, -pero aun más
imponentes-. Parecía haber una extraña neblina que al tiempo que dejaba
ver
el ambiente total, también lo cubría con un manto de cierta tristeza y
oquedad.
Fue una buena pintura admirada por muchos expertos en el tema de lo
metafísico. Pero para la gente normal, parecía una ciudad oscura, donde la
tristeza hacia pánico de sus presas, la belleza con la que había sido
diseñada no la eximía de no poder dar también la sensación de sopor y
congojo...
Muchos meses después de haber sido terminada aquella obra maestra, Richí
se
encontraba trabajando en otro de sus proyectos, proyecto medio absurdo y
medio lógico.
Según él, podría construir un aparato capaz de comunicarse con las
entidades
de más allá, en eso estaba cuando le llegó un fax de Canadá, escrito en
francés, en el que se le decía que se presentara urgentemente a la
embajada
de Los Estados Unidos en dos días para más especificaciones. A su amigo
Low
también le llegaría la misma misiva... En la que casi se les obligaba a
presentarse inmediatamente en la misma embajada.
De modo que ambos acudieron a su misterioso destino días después.
Al llegar, el general Randal los estaba esperando dándoles una calurosa
bienvenida e invitándoles a pasar, claro que primero tomarían el té como
de
costumbre.
Llegaron a unas instalaciones militares cerca de la embajada donde después
fueron transportados bajo tierra a un recinto cubierto, allí aparentemente
trabajaban hombres en proyectos secretos, sea lo que fuese el señor Arturo
y
el profesor Low, no alcanzaban a comprender el punto principal de
semejante
alboroto.
Llegados al fondo de las instalaciones se le explicó que durante años,
científicos del todo el mundo habían estado experimentando con diferentes
maneras para poder viajar a través del tiempo y del espacio y que en
cierta
forma lo habían logrado, pero lo que no alcanzaban a comprender era en
como
dos ciudadanos separados por enormes distancias podían haberse dado cuenta
de un mismo y singular hecho, el descubrimiento de una cuidad que
aparentemente no podía existir en ningún lugar conocido, aun más; en
ninguna
de las dimensiones que los científicos habían encontrado hasta el momento;
querían saber que es lo que habían hallado, y decidieron traer a estos
hombres para averiguarlo.
Durante los meses siguientes el profesor Low y el señor Richí discutieron
la posibilidad de ingresar dentro de los dominios de aquella ciudad que
tanta ansia les causaba, de modo que por acuerdo mutuo decidieron
participar
en el proyecto...
Se les equipó del material necesario, como; cámaras de video y armas,
además
de trajes especiales en contra de alguna extraña radiación o de una
atmósfera hostil, como ellos la llamaban.
Por debajo del enorme complejo que se encontraba en el desierto de Mojave,
se abrían dos gigantescas compuertas que dejaban ver una paisaje muy
singular, aparentemente no se había abierto ninguna puerta a otra
dimensión,
no se abrió forzado los contornos del tiempo espacio, no se viajaría en
una
nave espacial hacia los confines de ese otro mundo, nada de eso,
simplemente
atravesarían una gigantesca puerta que habría estado tapiada por dos
enormes
muros de un material parecido al acero, durante sabe Dios cuantos millones
de años.
A la entrada del gigantesco portal estaba, en jeroglíficos, una
inscripción
que tardaron años en descifrar los arqueólogos, decía; ¡Aquí yace la
mítica
Inraim, capital de la humanidad y centro de todas las cosas!
Extraña letanía dijo Low, pero prosiguieron, con solo dar una pequeña
mirada
se dieron cuenta de que los bosquejos y las maquetas diseñadas por ellos
eran idénticas hasta en el mínimo detalle con la enorme ciudad, parecía
escapada de una dela pinturas de Luis Royo, o de uno de los terribles
relatos de Howard Phillips Lovecraft. Es más, encontraron inscripciones
extrañas por todos lados y en todos idiomas, además de que los idiomas se
entremezclaban con diferentes expresiones lingüísticas de lenguas
extranjeras.
Se detuvieron ante un extraño edificio que rascaba las nubes, su forma era
el de un paraguas medio abierto, con enormes enredaderas que colgaban de
aquí para allá y le daban la sensación de lugubricidad y misterio.
Mientras
tanto las comunicaciones con el exterior se habían acabado y no se
escuchaba
ni un solo murmullo que viniera de fuera de la muralla.
Los dos hombres entraron, y al momento se dieron cuenta de que los
espacios
eran inmensos. Grandes fuentes de agua cristalina se levantaban en el
centro
del recinto, en las paredes; pinturas que jamás habían visto de personas
en
un ambiente espectacular con luces de colores que perneaban el ambiente,
extraños enseres y objetos de diferente naturaleza se manifestaban y se
ordenaban según sus características propias, también vieron una luz
flotando
en el centro de la enorme sala. Se preguntaban; ¿qué podría ser aquella
deslumbrante y cálida luz? De modo que poco a poco y con cautela se
acercaron.
Al estar más cerca de la luz, algo extraño sucedió; Low y Richí comenzaron
a
pensar, a pensar de una manera aleatoria y hasta desordenada, veían
mentalmente escenas en las que vivían en compañía de otros en la ciudad
que
hasta el momento les había cautivado, entonces la ciudad no se encontraba
abandonada sino llena de gente, gente humana como ellos.
Pero algo sucedió en esa ciudad y tuvo que ser abandonada por sus
habitantes
del interior para ingresar al mundo del exterior, los peores problemas que
obligaron a la gente de ese lugar a marchar eran las envidias, los odios,
la
ira, el dolor y la desdicha, también estaba la codicia y la enfermedad.
Low y Richí salieron corriendo de aquel lugar al mirarse los rostros se
dieron cuenta que aun permanecían con un ligero resplandor que cubría sus
ojos.
Durante horas caminaron entre las extrañas construcciones de esa enorme
ciudad, hubiera sido más cómodo andar en un vehículo, pero allí no había
nada que se pareciera a un trasporte o algo así.
De pronto, llegaron a un domo enorme que sobresalía unos cien metros por
encima de la superficie del suelo, y una pequeña puerta estilo barroco que
se empotraba a los lados del domo; decía –“Entrada a la biblioteca”-.
A Richí le encantaba leer, por lo que decidió ingresar inmediatamente, Low
lo acompaño, y juntos entraron a una enorme bóveda que dejaba pasar una
tenue luz azulada en un corredor que bifurcaba en diferentes salones,
sobre
las repisas que sostenían una candelabros que nunca se apagaban, se
notaban
figurillas de gnomos y estatuillas de hadas, que le daban una inusual
coherencia al conjunto.
Entraron a una sala y en medio del salón se encontraron con una pila de
libros colocados al centro y a los lados también los libreros estaban
cubiertos de extraños documentos, cientos y cientos de libros por doquier
comenzaron a aparecer, unos apilados sobre las mesas otros en los enormes
estantes, otros sobre el suelo y bueno hasta en el techo del gigantesco
salón aparecían.
Cada libro tenía escrito un tema distinto en la portada, pero ninguno
hablada de medicina o física o matemáticas o tal vez de astronomía. No,
más
bien lo que aparecían constantemente eran palabras que definían
sensaciones
humanas, normas axiológicas, y valores esenciales. Por ejemplo el profesor
Low levantó un libro de color rojo, ancho como una Biblia antigua, que
decía
“Coraje”, y al comenzarlo a hojear se dio cuenta que entre sus miles de
páginas aparecían ilustraciones de todos aquellos hombres que en un tiempo
perdieron la vida tratando de salvar a otros, casos que el señor Low jamás
se hubiera dado cuenta que pudieran ser documentados, casos de gentes de
las
que nunca se había siquiera oído hablar, relatos sorprendentes de valor de
personas de muchas épocas anteriores y posteriores a la humanidad, gente
común y corriente salvándoles la vida a otros, doctores en los hospitales,
guerreros en las guerras, mujeres dando a luz, águilas salvaguardando sus
nidos, rescatistas sacando gente de edificios, barcos, automóviles etc.
Toda
clase de acciones que hace que la gente se transforme en héroes, toda
clase
de acciones de valor y de coraje que puedan ser documentadas en la vida, y
lo más extraño; “en todos los tiempos”.
Cuando cerró el libro miró la parte inferior de la carátula y observó a un
hombre salvando a un pequeño cervatillo de un incendio, abajo decía tomo
I,
primera parte, y al mirar hacia el librero se dio perfecta cuenta de que
estaba lleno de libros que seguían muy de cerca el desarrollo de los
hechos,
en cuanto al “Valor y al Coraje”, esos libros contenían escenas detalladas
de relatos que jamás nadie pudo haber compilado, y que de otra forma
hubiere
sido imposible de redactar.
Los temas eran tan variados y tan extensos que Low y Richí decidieron
quedarse a escudriñar un poco más acerca de tan misterioso acervo
cultural.
Libertad, Paz, Oportunidad, figuraban entre los títulos que ya revisaban,
también encontraron extensas enciclopedias acerca del odio, del deseo
insano, ciencias dedicadas especialmente a estudiar el dolor y la
desdicha,
otras en compendios tan extensos que abarcaban salones enteros encontraban
títulos tales como; “El amor” “El respeto” “El cariño” “La soberbia”.
También había títulos como “La desdicha” “La gula” “El resentimiento” “El
recelo” “La perdición” “El perdón” y tantos y tantos que se necesitaría
toda
una vida para clasificarlos.
Los dos hombres estaban asombrados, algo o alguien en esa ciudad había
estado dedicándose, a estudiar los sentimientos y las sensaciones, no
únicamente humanas sino de toda criatura viviente que habite el Universo
entero, se encontraron con una taxonomía tan variada de sensaciones que
pensaron que eso se daba espontáneamente entre los humanos y no era
necesario compilar tan extensamente esas experiencias.
Uno de esos libros tenía por nombre “El corazón” y era un legajo de más de
cinco salones retóricos de historias y explicaciones, en los que hacían
referencia a sensaciones del corazón a las buenas virtudes y a las malas,
sin juzgar cuales eran buenas y cuales eran malas, sin dar una opinión
personal por parte de los supuestos autores, sin decir; esto está bien y
esto está mal. Simplemente se mostraba todas las combinaciones posibles de
sensaciones y deseos que los corazones pueden generar.
¡Esto es sorprendente! Dijo Low a Richí, es más dijo Richí; ¿sabes tú el
alcance que todos estos conocimientos tendrían para nuestra civilización?
Nunca antes nadie se había dedicado a estudiar esas sensaciones con las
que
vivimos todos los días, y vamos más lejos; nadie había hecho un compendio
tan amplio de lo que ello significa, te das cuenta de que todas las
respuestas se encuentran aquí y solamente aquí.
Nadie sabe con exactitud cuantos días duraron esos dos hombres en ese
lugar,
pero cuando decidieron salir, ya había pasado mucho tiempo en el planeta
Tierra y la gente ya no era las misma, es más ya no había gente en ningún
lado, todo se encontraba yerto y sin vida, solamente escorpiones y
serpientes rondaban los secos lugares.
Se decían a ellos mismos;
-hemos perdido toda nuestra vida en tratar de comprender a la humanidad,
pero la humanidad jamás pudo comprenderse así misma-.
En el portón a las afueras de la enorme ciudad la inscripción había
cambiado, ahora decía; “Aquí yace la humanidad”...
MUCHAS GRACIAS AMIGO!!
LUDY
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