Sekher Castle of Ludy Mellt Sekher

 

 

 

GIBRAN KHALIL GIBRAN

LA AMISTAD



Vuestro amigo es la respuesta a vuestras necesidades.
Él es el campo que sembráis con amor y cosecháis con agradecimiento.
Y él vuestra mesa y vuestro hogar.
Porque vosotros os precipitáis, Él con vuestra hambre y lo buscáis sedientos de paz.
Cuando vuestro amigo os hable francamente, no temáis vuestro propio "No", ni detengáis el "Sí".
Y cuando él esté callado, que no cese vuestro corazón de oír su corazón;
Porque, sin palabras en amistad, todos los pensamientos, todos los deseos, todas las esperanzas nacen y se comparten en espontánea alegría.
Cuando os separáis de un amigo, no sufráis.
Porque lo que más amáis en él volverá nítido en su ausencia, como la montaña es mas clara desde el llano para el montañés.
Y no permitáis más propósito en la amistad que la consolidación del espíritu.
Porque el amor que no busca más que la aclaración de su propio misterio, no es amor sino una red lanzada y solamente lo inútil es cogido.
Que lo mejor de vosotros sea para vuestro amigo.
Si él ha de conocer el menguante de vuestra marea, que también conozca su creciente.
Porque ¿qué amigo es el que buscáis para matar las horas?
Buscadlo siempre para vivir las horas.
Porque él existe para colmar vuestra necesidad, no vuestro vacío.
Y permitid que haya risa y placeres compartidos en la dulzura de la amistad.
Porque en el rocío de las pequeñas cosas el corazón encuentra su alborada y se refresca.



LOS HIJOS




Vuestros hijos no son vuestros hijos.
Son los hijos y las hijas de la vida, deseosa de perpetuarse.
Vienen a través vuestro, pero no vienen de vosotros.
Y aunque están a vuestro lado, no os pertenecen.
Podéis darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos.
Porque ellos tienen sus propios pensamientos.
Podéis cobijar sus cuerpos, pero no sus almas.
Porque sus almas viven en la casa del porvenir, que está cerrado para vosotros, aun para vuestros sueños.
Podéis esforzaros en ser como ellos, pero no busquéis el hacerlos como vosotros.
Porque la vida no retrocede ni se entretiene con el ayer.
Vosotros sois el arco desde el que vuestros hijos, como flechas vivientes, son impulsados hacia adelante.
El Arquero ve el blanco en la senda del infinito y os arquea con Su poder para que Su flecha vaya veloz y lejana.
Dejad, alegremente, que la mano del Flechero os arquee.
Porque, así como El ama la flecha que vuela, así ama también el arco, que es estable.




EL AMOR



Cuando el amor os llame, seguidlo
Aunque su camino sea duro y penoso.
Y entregaos a sus alas que os envuelven.
Aunque la espada escondida entre ellas os hiera.
Y creed en él cuando os hable.
Aunque su voz aplaste vuestros sueños, como hace el viento del norte, el viento que arrasa los jardines.
Porque, así como el amor os corona, así os crucifica.
Así como os crece así os poda.
Así como os asciende a lo más alto y acaricia vuestras más tiernas ramas, que se estremecen bajo el sol,
así descenderá hasta vuestras raíces y las sacudirá en un abrazo con la tierra.
Como a gavillas de trigo el os une a vosotros mismos.
Os desgarra para desnudaros.
Os cierne, para libraros de los pliegues que cubren vuestra figura.
Os pulveriza hasta volveros blancos.
Os amasa, para que lo dócil y lo flexible renazca de vuestra dureza.
Y os asigna luego a su fuego sagrado, para que podáis convertiros en sagrado pan para la fiesta sagrada de Dios.
Todo esto hará el amor en vosotros para que podáis conocer los secretos de vuestro corazón y convertiros por ese conocimiento, en un fragmento del corazón de la Vida.
Pero si vuestro miedo os hace buscar solamente la paz y el placer del amor:
Entonces sería mejor que cubrierais vuestra desnudez y os alejarais de sus umbrales.
Hacia un mundo sin primavera donde reiréis, pero no con toda vuestra risa y lloraréis, pero no con todas vuestras lágrimas.
El amor no da más que a sí mismo y no toma nada más que de sí mismo.
El amor no posee ni es poseída.
Por que el amor es suficiente para el amor.
Cuando améis no debéis decir: "Dios está en mi corazón", sino más bien": Yo estoy en el corazón de Dios".
Y pensad que no podéis dirigir el curso del amor porque él, si os encuentra dignos, dirigirá vuestro curso.
El amor no tiene otro deseo que el de realizarse.
Pero si amáis y no podéis evitar tener deseos, que vuestros deseos sean estos:
Fundirse y ser como el arroyo, que murmura su melodía en la noche.
Saber del dolor del exceso de ternura.
Ser herido por nuestro propio conocimiento del amor.
Y sangrar voluntaria y alegremente.
Despertar al alba con un alado corazón y dar gracias por otro día de amor.
Despertar al mediodía y meditar en el éxtasis amoroso.
Volver al hogar cuando la tarde cae, volver con gratitud.
Y dormir con una plegaria por el amado en el corazón y una canción de alabanza en los labios.


EL DOLOR



Vuestro dolor es la eclosión de la celda que encierra vuestra comprensión.
Así como la semilla de la fruta debe romperse para que su corazón se ofrezca al sol, así debéis vosotros conocer el dolor.
Y si pudierais mantener vuestro corazón maravillado ante los diarios milagros de la vida, vuestro dolor no os parecería menos maravilloso que vuestra alegría.
Y aceptaría las estaciones de vuestro corazón así como habéis aceptado siempre las estaciones que pasan sobre vuestros campos.
Y esperarías con serenidad a través de los inviernos de vuestra pena.
Mucho de vuestro dolor es elegido por vosotros mismos.
Es la porción amarga con la que el médico que
hay dentro de vosotros cura vuestro ser enfermo.
Por tanto, tened confianza en el médico y bebed e remedio en silencio y tranquilidad.
Porque su mano, aunque dura y pesada, tiene como guía la tierna mano del Invisible.
Y el vaso con que brinda, aunque queme vuestros labios, ha sido moldeado con la arcilla que el Alfarero ha humedecido con sus propias lágrimas sagradas.



EL MATRIMONIO



Nacisteis juntos y juntos permanecéis para siempre.
Estaréis juntos cuando las blancas alas de la muerte esparzan vuestros días.
Y también en la memoria silenciosa de Dios estaréis juntos.
Pero dejad que los vientos del cielo libren sus danzas entre vosotros.
Amaos el uno al otro, pero no hagáis del amor una atadura.
Que sea, más bien; un mar movible entre las orillas de vuestras almas.
Llenaos uno al otro vuestras copas, pero no bebáis de una sola copa.
Daos el uno al otro de vuestro pan, pero no comáis del mismo trozo.
Cantad y bailad juntos y estad alegres, pero que cada uno de vosotros sea independiente.
Las cuerdas de un laúd están solas, aunque tiemblen con la misma música.
Dad vuestro corazón pero no para que vuestro compañero se adueñe de él.
Porque sólo la mano de la vida puede contener los corazones.
Y permaneced juntos, pero no demasiado juntos.
Porque los pilares sostienen el templo, pero están separados.
Y ni el roble crece bajo la sombra del ciprés ni el ciprés bajo la del roble.

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