Gaminoratos es el Mago y Maestro Guía del Caballero de
Plata. Dios unió sus destinos hace mil años. Y hoy, en este Castillo y
esta Abadía, sus vidas vuelven a encontrarse.
Los relatos que aquí se presentan forman parte de las enseñanzas que
Gaminoratos le entregó al Caballero de Plata, siendo éste muy joven.
Estas narraciones y diálogos están contados en primera persona, ya que es
el mismo Caballero de Plata quien habla...
La Verdad (parte I en el día de Venus)
-Maestro, muchas veces te he escuchado a tí y a otros con tu sabiduría
hablar de la Verdad. ¿Qué es la Verdad?
El maestro me miraba, quieto, serio pero tranquilo, en paz consigo mismo,
con los demás y con toda la naturaleza, como siempre.
Silencio, sólo recibí silencio. Entonces, seguí preguntando, o mejor
dicho, comencé a ensayar respuestas.
-¿Acaso la Verdad es lo que nosotros pensamos del mundo?
El silencio continuó.
-¿Está en la Madre Naturaleza la Verdad? ¿Está acaso en el análisis de las
percepciones que los demás tienen de nosotros mismos?
Silencio, sólo silencio.
-¿O acaso nos es inaccesible, sólo propia de Dios?
"..............................." (silencio)
Esta vez, cierta mueca de fastidio perturbó el rostro del maestro. La paz
aún estaba en él, pero algo tocada por mi ignorancia.
Esta vez, opté por hacer silencio yo mismo.
Luego de unos minutos, mirando hacia el cielo, me dijo:
-¿Has entendido?
-¿Entender? ¿Si no has dicho palabra?
-No has entendido nada, porque no escuchas.
-¿Escuchar qué, maestro?
-Mi silencio.
Ni bien pronunció estas palabras hizo un ademán con su mano derecha,
indicándome que me callara, tal vez cansado de oír tantas tonterías.
-Todo lo que has dicho es verdad, es parte de la Verdad mayor.
Mi asombro crecía pero se calmaba mi humillación. Después de todo, lo que
había dicho no eran "tantas tonterías".
-Usar las palabras de los hombres para explicar la Verdad no es el método
más clarificante. Es por eso que te contesté con el silencio.
En el Silencio está la Verdad.
"Así como el blanco es la suma de los siete colores básicos, así el
Silencio es la suma de todas las verdades individuales. El Silencio es la
Verdad, el blanco absoluto.
En el principio sólo existían el Silencio y la Nada Primordiales.
Luego, la multiplicación de percepciones individuales engendró el caos,
aunque su suma, su integración conforma nuevamente el Silencio, la
Verdad".
Y volvió a reiterar, con tono más duro y firme:
"Así como en el blanco están todos los colores, en la Verdad están todas
nuestras verdades individuales".
Y por el resto del día, los dos permanecimos en el más iluminador y blanco
Silencio.
La Verdad (parte II en el día de Saturno)
-Maestro, ayer hablamos sobre la Verdad y el Silencio. En mis
meditaciones, asomó a mi consciencia el siguiente interrogante: ¿está la
Verdad en el Silencio proveniente de una "no actividad", es decir ausencia
total de percepciones; o está en el Silencio que deriva de la
combinación de todas las voces manifestándose al unísono?
El maestro sonrió en señal de aprobación, se levantó y fue hacia la casa,
trayendo de allí una hoja en blanco.
-Mira la hoja- me dijo-¿De qué color es?
-Blanca, maestro.
-¿Y qué dijimos ayer del blanco?
-Que simbolizaba el Silencio, la Verdad y la Nada. Que así como el blanco
es la suma de todos los colores básicos, la Verdad se encuentra en el
Silencio, que es la suma de todas las voces, percepciones o verdades
individuales.
-Muy bien. Imagina ahora que en esta hoja blanca que simboliza el Silencio
y la Verdad Primordiales comenzamos a pintar uno a uno con colores toda su
superficie. Capa a capa, pintamos con todos los colores básicos esta hoja
blanca.
-Llegaremos nuevamente a una hoja en blanco, tal como ya lo has dicho.
-Nuevamente, muy bien. ¿Contesta esto a tu pregunta?
-Creo que sí. Los extremos se encuentran. Tanto al inicio, en el blanco
primordial de la hoja, como en el blanco producto de la sumatoria de los
colores, se encuentra el blanco.
-Bien, pero hablemos ahora directamente de la Verdad. La Verdad Primordial
contiene en potencia todas las manifestaciones de verdad individual, es el
blanco que contiene en sí a todos los demás colores.
En el principio, Dios estaba en Silencio, pero ese Silencio contenía todas
las voces, todas las percepciones en estado de potencialidad pura.
Luego, por Amor, manifestó esas individuales como chispazos de verdad que
confluirán, irremediablemente, al final de los tiempos, en la Verdad y el
Silencio de Dios.
-Entonces Maestro, ¿dónde encuentro a la Verdad? ¿En el Silencio de la
meditación o escuchando todas las voces y percepciones, propias y ajenas?
-Ambos son métodos adecuados, como lo demostramos con la hoja en blanco y
la mezcla de colores. Si entras en meditación profunda, el Silencio te
llevará hacia la Verdad. Y si buscas en tus percepciones, en las de tus
semejantes y en las voces de la Naturaleza, e integras ese conjunto
de verdades individuales, también experimentarás la Verdad.
-¿Qué camino es más difícil y riesgoso?
-Sin duda el segundo, porque deberás aprender muchas cosas que los hombres
no siempre logran entender. Deberás aprender Tolerancia. El blanco es el
color más tolerante porque acepta y contiene a todos los demás. Escuchar
las verdades individuales de tus semejantes no
significa dejarte influir incondicionalmente por ellas; significa
aceptarlas, respetarlas e incorporarlas como una parte más de la Verdad
Esencial. Las guerras y conflictos se producen por no entender esta parte
esencial y simple de la Verdad. Deberás aprender a manejar tus
tentaciones, porque ellas te muestran también una parte de la Verdad, pero
¡cuidado!, no son la Verdad.
"Aprender la Verdad a través de la aceptación de la diversidad de la
propia naturaleza y del mundo es el camino más difícil, pero más
fructífero.
Te lo diré una y mil veces más hasta que realmente lo internalices:
´Conócete a ti mismo´. Utiliza la meditación para conocerte, pero regresa
nuevamente a la realidad material para practicar la Tolerancia de ideas,
para reconocer que todas las percepciones individuales tienen una parte de
la verdad que nos lleva a la Verdad Primordial.
Eso es verdadero Amor, el Amor que nos enseñó y enseña nuestro amado
Maestro Jesús".
La Verdad (parte III en el día del Sol)
Ese día era evidente que el maestro quería reforzar lo que habíamos
hablado sobre el tema de la Verdad, pero alternando con ejemplos y temas
"menos serios". Es así que empezó el diálogo -bastante divertido su
rostro- con la siguiente pregunta:
-¿Recuerdas aquel koan que trataba sobre el árbol y el rayo?
Lo recordé rápidamente, ya que era uno de mis favoritos:
-Sí, maestro. Ese que decía: "Si hay un árbol en el medio del campo y cae
un rayo del cielo quebrando en dos al pobre árbol, y no hay nadie para
presenciar el momento, ¿produce sonido la caída del rayo y la destrucción
del árbol?"
-¿Y cuál era la respuesta correcta?
-Recuerdo que mi primera respuesta fue que el sonido siempre estaría, ya
que los fenómenos de "allí afuera" existen aunque nosotros no estemos.
No somos nosotros los que le damos vida, tienen vida propia. Pero tú me
dijiste "Incorrecta". Luego, medité otras respuestas. La segunda se
refería a que en realidad no había sonido, ya que el sonido es un concepto
humano, dependiente de nuestro aparato perceptor de vibraciones
que nosotros llamamos "sonidos" o aparato auditivo y que por lo tanto
podría haber vibraciones provenientes del choque entre rayo y árbol pero
que si no había perceptor no habría sonido tal como nosotros lo
entendemos, sino sólo esas vibraciones dispersas por el espacio.
-¿Y yo qué te dije sobre esa respuesta?
-Que era más incorrecta que la primera. Pero luego de dos días sin dormir,
hallé la solución: si no hay percepción de sonido tampoco hay percepción
de ningún tipo, por lo tanto no puede existir eso que llamamos "árbol",
eso que llamamos "campo" y eso que llamamos "rayo". O
sea que la respuesta correcta era que no hay sonido, no hay destrucción de
árbol, no hay rayo, no hay árbol, no hay campo, ya que nadie existe para
percibir esas creaciones de la percepción y mente humanas.
Respiré profundo, recordar la explicación del koan resucitó en mí todos
aquellos momentos, cinco días de obsesión en la búsqueda de respuestas
esquivas. Pero ahora, con la próxima frase del maestro, mi horror de
"koan no resuelto" volvería a revivir en mí con mucha más fuerza.
-Mira, en su momento yo también creí que esa respuesta era la "correcta".
Pero ahora veo que no.
-¿Cómo? ¿Estás loco, maestro?
-En realidad el koan no es el del árbol, el campo y el rayo. El koan es
eso más la solución que intentamos.
-¿Intentas decir que a medida que lo resolvimos se creaba un nuevo koan?
-Exacto. ¿Cómo podemos decir que una respuesta es la "correcta"? Es como
decir, usando nuevamente la metáfora de los colores, que el rojo es el
blanco.
-Que una verdad individual es la Verdad Primordial.
-Sí.
-¿Entonces?, dije atónito.
-Entonces, la respuesta es ".........................."
-¿¿¿La respuesta es???- pregunté pero, al instante, entendí: nuevamente el
silencio como respuesta.
-Sí maestro, el silencio.
-Exacto, el silencio de la no respuesta que incluye a todas. Porque en
realidad, las tres etapas de respuesta que me habías dado tenían su parte
de verdad. Todas ellas, sumándolas, más otras que podrían aparecer por
ahí, formarían la Verdad total y la respuesta a este koan y
al koan de la Vida.
Cuando fuiste escalando hacia respuestas de mayor vibración, o sea más
"elevadas", creíste encontrar la respuesta final y correcta. En realidad,
el trabajo fue útil, ya que si no hubieras hallado la última respuesta no
las tendrías a todas y no estarías en posesión de la
Verdad. Pero tampoco debes creer que la Verdad se identifica con la última
respuesta. Hay parte de la Verdad en cada una de ellas.
Dice un proverbio zen: "Antes de la iluminación, las montañas eran
montañas y los ríos eran ríos. Durante la iluminación, las montañas
dejaron de ser montañas y los ríos dejaron de ser ríos. Después de la
iluminación, las montañas volvieron a ser montañas y los ríos a ser
ríos. Los que cambiaron fueron mis ojos."
-¿Y cómo se aplica esto a la vida diaria, maestro?
-De muchas formas, por ejemplo, a través del ejercicio de la Tolerancia y
del Amor, sabiendo discriminar entre las ilusiones de separación y de amor
caprichoso que muchas veces nos hacen olvidar el camino hacia el
Verdadero Amor, la Verdadera Vida y la Verdadera Luz. ¿Acaso crees que un
ángel posee más verdad que el hombre? ¿o que el hombre posee más verdad
que un animal, una planta o una piedra?
-No, maestro, la Verdad, ahora lo sé, se encuentra dispersa en cada chispa
de la Creación.
(CONTINUARÁ)
Luis Alberto Vence©
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