ENANOS
DE LOS ÁRBOLES, ÁNGEL DEL PAISAJE....ONDINAS.....
sobre el
libro de Hodson.....
Los seres feéricos, parecen menos tímidos
respecto de los seres humanos en estos bosques y pradera que en otras partes. Las ninfas
de los árboles, los espíritus del agua y las numerosas tribus de duendecillos aún no
aprendieron a estremecerse ante el hombre ni a ocultarse cuando éste aparece. Jugando
sobre la tupida alfombra de hojas de haya de estaciones anteriores, hay cientos de
enanillos marrones. De ocho a doce pulgadas de altura 20,32 30,48 cm), su color varía
desde el verde grisáceo de los troncos de hayas hasta el marrón espléndido de las hojas
muertas. Muchos tienen rostros de ancianos y usan casacas y calzones de material que
semeja la corteza marrón de las hayas. Tienen pies largos y puntiagudos, y algunos usan
botas pequeñitas. Su expresión facial es de concentrada seriedad y afán: todo para
nada. primera vista podría pensarse que fueran seres muy importantes
Pero al observar lo que corresponde a sus mentes -puro instinto, como de animales jóvenes
o aves- se descubre un vacío casi total.
"Viven" dentro del doble etérico de los árboles en los que hay entradas
corrientes. Estas, por lo general, están en pequeños huecos del tronco, con frecuencia,
aunque no siempre, a nivel del suelo. Hay grupos que viven en las horquetas, donde las
ramas dejan al tronco principal y se dividen las corrientes etéricas. Aunque pueden
moverse hasta una corta distancia por los aires, parecen preferir correr por los troncos
de los árboles. Esto lo hacen con facilidad, como si corriesen por el suelo nivelado.
Parece que la !ley de gravedad no les afecta, pues a veces mantienen una posición
horizontal con sus cuerpos en ángulos rectos respecto de los troncos por los que
ascienden y descienden.
Aunque sus formas construidas con éter son un "sólido" homogéneo, sin
organizaciones interiores, una observación cercana de sus movimientos parece indicar algo
que corresponde a un sistema muscular. Esto se puede advertir en particular cuando saltan,
como lo hacen a menudo hasta cortas distancias; el último medio metro de su viaje de
retorno a los árboles es cubierto frecuentemente con un salto. La pierna con la que
"despegan" parece endurecerse y ponerse levemente rígida, relajándose durante
el vuelo; retrae ambas piernas para el aterrizaje; éste es perfectamente suave; el
movimiento hacia adelante continúa prácticamente a la misma velocidad.
Gran cantidad de estos pequeños seres toman conciencia gradual de nuestra presencia y,
reunidos en grupo circular, nos observan desde dentro del bosque. Algunos están sentados
como pasmados; otros van y vienen y parecen dirigir observaciones a sus compañeros
sentados, a medida que pasan junto a ellos. Otros, a su vez, efectúan pequeños viajes
exploratorios en nuestra dirección, retirándose cuando nuestras auras son demasiado para
ellos. Este contacto con nosotros parece vivificar levemente todas su facultades, tales
como éstas son. Si bien la comparación no es muy simpática, el efecto no difiere del
correspondiente al alcohol sobre quién no está acostumbrado a él. Aunque desaparezca,
dejará algún resultado permanente en ellos-esperamos que deje una aceleración de su
evolución.
UN ÁNGEL DEL PAISAJE
Algunos gnomos, hasta donde lo revelan mis
observaciones, evolucionan eventualmente en genios o dioses rectores de sectores de la
campaña, de dimensiones crecientes. Sobre este valle preside un bello ángel del paisaje.
De unos veinte pies de alto (5,096 m), su aura brillante y multicolor, cuando está
extendida, Llega a .una distancia de, por lo menos, cien yardas (91,440 m) por todos
lados. Ocasionalmente se extiende hasta cruzar el valle en toda su amplitud, al igual que
descendentemente, hasta el arroyuelo que está abajo.
De rostro noble y bello, los ojos son encandìlantemente brillantes. Son más bien centros
de fuerza que órganos de la visión, pues no los usa, como ocurre con los ojos humanos,
para ver y expresar el pensamiento y las emociones. Los colores del aura son brillantes, y
cambian constantemente a medida que las fuerzas áuricas fluyen en ondas y vórtices hacia
afuera de la forma central. Ahora el matiz predominante es azul oscuro, con escarlata y
amarillo dorado que lo ondean y atraviesan, creando remolinos y olas de color a medida que
fluyen hacia afuera en una corriente continua. Luego aparece un trasfondo rosa pálido,
con verde-nilo suave, azul!-celeste y un amarillo palidísimo que refulge de través.
Además, las corrientes de fuerza fluyen hacia arriba desde la cabeza y los hombros; las
más brillantes surgen de un centro de fuerza en medio de la cabeza, que es la sede de la
consciencia en la forma.
Al desplazarse lentamente por el valle, sin forma descendente, con el aura extendida, el
ángel puede tocar con sus fuerzas áuricas casi todas las cosas vivas que están dentro
de él, derramando en cada una, una porción de estimulante fuerza vital. Las huestes de
los espíritus naturales menores responden instintivamente a los impulsos vivificantes
provenientes del ángel, y veo que los duendes, los espíritus de los árboles y las hadas
responden a su toque a medida que sus poderes son lanzados sobre ellos. Los elfos y los
duendes sienten una exaltación repentina, cuyo origen no pueden comprender plenamente,
aunque los reconocen como rasgo constante de sus vidas. Las hadas experimentan un júbilo
adicional bajo la estimulante influencia del poder que derrama e! deva.
El carácter de este genios es una inusual combinación de la universalidad de la
consciencia y de la impersonalidad de !a actitud mental con una comprensión humana de las
necesidades y los sufrimientos del hombre. Estoy seguro de que todos los nacimientos y
muertes que ocurren en esta valle son conocidos por este deva, y que cualquier dolor que
pudiese acompañarlos es mitigado en la medida en que sus poderes lo permiten. Veo formas
de pensamiento en el aura, que muestran el ángel introduciendo en su brillante resplandor
a las almas de quienes murieron hace poco. Veo también que vigila a los niños que juegan
y a los mayores que ensayan sus ocios. Es en verdad el Ángel Guardián del valle, y
felices quienes viven bajo su cuidado. La presencia de este ángel da cierta cualidad a la
atmósfera, una característica local, claramente discernible a través del valle en toda
su longitud, teniendo éste un encanto que llega a fascinar También debe afectar a todos
los seres humanos que residan aquí durante cualquier lapso, particularmente a quienes
nacen y viven dentro de la consciencia del ángel y el juego continuo de su aura.
LAS ONDINAS
La ondina pertenece al elemento sutil del agua
y, hasta donde llega mi experiencia, jamás se halla muy alejada de océanos,. lagos,
ríos y cascadas. Tiene forma claramente femenina, está siempre desnuda, por los común
carece de alas y sólo en raras ocasiones lleva alguna clase de adorno. Su forma, diminuta
o de estatura humana, es arrebatadamente bella, y sus movimientos están llenos de gracia.
La cascada es uno de sus lugares favoritos y allí se la verá divertirse, a menudo con un
grupo de espíritus del agua, disfrutando al máximo las fuerzas magnéticas de la
cascada.
Aparentemente, hay períodos durante los cuales la ondina se retira de la vida intensa y
externa en la que se la encuentra con más frecuencia, y halla cierta calma y reposo en
los abismos silenciosos y fríos debajo de las cascadas o en las extensiones más
tranquilas de los ríos, al igual que en los lagos. Esta vida pacífica debajo de las
aguas está en marcado contraste con la actividad y júbilo intensos que manifiesta en
medio de las aguas que caen y de la espuma iluminada por el Sol.
Los tres procesos fundamentales de la Naturaleza -la absorción, la asimilación y la
descarga- están expresados plenamente en la vida exterior de la ondina; en verdad, puede
decirse que esa vida consiste en una repetición continua de esos tres procesos. Apoyada
en medio de la espuma, o en el centro de un torrente que corre hacia abajo, ella absorbe
gradualmente la energía vital de la luz solar y del magnetismo de la cascada. Al llegar
al límite de absorción, en un destello enceguecedor de luz y color, libera la energía
con que se sobrecargó. En ese momento mágico de liberación, experimenta un éxtasis y
una exaltación más allá de todo lo que es normalmente posible a los meros mortales que
moran en la prisión de la carne. La expresión del rostro, y particularmente de los ojos,
es bella, trascendiendo todo lo descriptible. El rostro expresa arrebatado júbilo y
sensación de elevada vitalidad y poder, mientras sus ojos destellan con deslumbrante
resplandor. Todo el porte, la forma perfecta y el brillante esplendor de !a radiación
áuríca se combinan para producir una visión de belleza encantadora. Este estado es
seguido de inmediato por otro de goce ensoñador, en el que la consciencia se retira en
gran medida del mundo físico y de su contraparte etérica, centrándose en el mundo
astral. El cuerpo etérico de la ondina se torna vago e indefinido durante ese lapso hasta
que luego de disfrutar y asimilar toda la experiencia, reaparece, repitiéndose el
proceso
triple. Después de un tiempo retorna a la quietud de los abismos del agua.
LAS ONDINAS EN UNA CASCADA
Estas hadas del agua parecen graciosas
jovencitas, están enteramente desnudas y probablemente son de ocho a doce pulgadas (20,32
- 30,48 cm) de alto. Su largo "cabello" corre detrás de ellas y llevan un
adorno que parece una guirnalda de floreciIlas en torno a sus frentes. Juegan dentro y
fuera de la cascada, atravesándola velozmente desde diferentes direcciones, llamando todo
el tiempo con tonos extraños que no son de esta Tierra. La voz es infinitamente remota y
me llega débilmente, como el reclamo de un pastora través de un valle alpino. Es un
complejo sonido vocal, pero todavía no puedo nombrar con facilidad la serie de vocales de
que está compuesto. Las ondinas pueden nadar contra la corriente o permanecer inmóviles
dentro de ella, pero por lo general juegan y la cruzan raudamente. Cuando las nubes
desaparecen de la faz del Sol y la cascada se torna de nuevo brillantemente iluminada por
aquél, aparecen para experimentar un jubilo adicional; el tiempo de sus movimientos
entonces se acelera y su canto se torna más libre. La representación más aproximada de
su canto que puedo dar es con las vocales e, o, u, a, i, en un tono largo y quejumbroso que terminan en seductora cadencia.
Hay entre ocho y doce ondinas de variadas alturas que juegan en esta cascada; las más
altas son de unas doce pulgadas (30,48 cm) de altura. Algunas tienen auras rosadas, otras,
verdes y ,
el contacto más cercano que ahora logro me muestra qué criaturas extremadamente bellas
son, y al mismo tiempo cuán cabalmente remotas respecto de la familia humana. Sus cuerpos
etéricos entran en las grandes rocas y salen de éstas al costado de la cascada in
experimentar obstrucción alguna. Soy absolutamente incapaz de atraer su atención o de
influir sobre ellas de modo alguno.La guirnalda a la que hice referencia, es luminosa y
forma parte, aparentemente, de sus auras...
CIMI
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