LOS ÁNGELES Y LAS ABEJAS
UN DEVA DEL REINO DE LAS ABEJAS
Mis observaciones me indujeron a creer en la
existencia de ángeles guardianes protectores y directores de las abejas. Una vez, cuando
contemplaba algunas colmenas, advertí que un ángel muy excelso estaba ubicado en el
nivel del pensamiento abstracto; su aura exhibía los colores típicos del cuerpo de la
abeja, sublimizados hasta el grado mental superior de intensidad y delicadeza luminosas y
cromáticas.
Esta Inteligencia parecía ser un un agente del
Arcángel que preside toda la vida, consciencia, forma y evolución de la vida de las
abejas sobre este planeta. Mis notas expresaron entonces que una jerarquía de ángeles
sirve bajo este Arcángel y es representada en el nivel etérico por los espíritus de la
naturaleza, constructores de las formas físicas de las abejas. Ese ángel estaba
relacionado con las colmenas en las que se efectuó este estudio, y presumiblemente
hubiese en actividad uno en cada colmena.
Estos ángeles guardan estrecha semejanza con
otros
ángeles asociados con los reinos sub-humanos de la Naturaleza en temperamento y
apariencia, pero en sus auras predominan los matices amarillos, dorados y marrones
oscuros. Parecen considerar la evolución de las abejas como de grandísima importancia y
emprender con seriedad, aunque jubilosamente, su obra de dirigir, proteger y asegurar la
evolución de la consciencia de las abejas.
Están en contacto continuo con sus superiores, y a través de estos, con el Arcángel
planetario 0 Súper señor de las abejas.
La abeja reina de una colmena aparece astralmente como un centro dorado de luz y color
brillantes dentro del aura luminosa de la colmena. Allí resplandece como un núcleo, y es
un centro de vida, tanto súper física como físicamente. Las fuerzas fluyen continuamente
a través de ella dentro del alma grupal de la colmena; aquellas consisten en fuerzas
vitales y ciertas energías electromagnéticas y creadoras de las que ella es un centro o
foco en la colmena. Estas fuerzas fluyen hacia afuera desde el centro en ondas diminutas y
este movimiento incesante, produce un sonido súper físico que no se diferencia del zumbido
de las abejas.
La forma del aura de la colmena y de la comunidad es la de una colmena pajiza de las
antiguas una cúpula puntiaguda con una base chata. Cada abeja aparece a la visión
súper física como una mota o un punto luminoso; el aura de la reina es mayor y más
brillante que la de las demás abejas.
El ángel parece trabajar especialmente para los que, estando a su cargo, se hallan en la
fase larval, y ejercitar una función de protección y guía muy claras y distintas, casi
como si las abejas de este planeta no fuesen capaces, sin tal ayuda, de atravesar todos
los procesos evolutivos después de la incubación. El ángel también influye sobre la
selección, alimentación especial y desarrollo de la reina, y crea los eslabones
necesarios entre los átomos permanentes, la superalma de la abeja y la reina escogida.
La consciencía de la abeja es instintiva y las múltiples evidencias de la vida
comunitaria y ordenada de las abejas resultan de un elevado desarrollo de ese instinto
más que de la inteligencia. Aquí, nuevamente, la obra del ángel es de considerable
importancia en el despertar de los instintos de los diferentes grupos de la comunidad y en
la excitación del impulso en pos de ciertos cursos de conducta.
A grandes rasgos, podría decirse que la reina es el
centro vital de la comunidad y el ángel, la inteligencia directora. Ese ángel unifica su
mente con la consciencia grupal de la colmena y, hasta cierto punto, está allí
aprisionado, sometiéndose a esa limitación por el servicio que puede prestar. Sin
embargo, fuera de la colmena, tiene cierta medida de libertad de consciencia, aunque en
los niveles emocionales y mentales parece adscrito permanentemente a esa colmena, como si
su retiro completo significase una ausencia de control, y el consiguiente desorden de la
comunidad.
Bajo esta ilimitación, no hay sentido de
restricción; por el contrario, hay un interés y un deleite absorbentes por el trabajo,
existe el júbilo del artesano y del artista. El ángel es responsable del desarrollo de
la vida y la forma, y es feliz con el conocimiento de que está ayudando a perfeccionar a
éstas, desempeñando su papel en el gran plan evolutivo. Así como las plantas y los
árboles son emoción en desarrollo, de igual modo la abeja es mente en desarrollo. La
reina representa a la mente superior y abstracta que nace; las obreras representan a la
mente concreta inferior; y los zánganos al principio creador.
El impulso creador se experimenta más bien como
instinto que como deseo; el sentimiento existe, pero reducido al mínimo, como si se
hubiese sublimado mucho tiempo atrás.
El ángel de quien busqué consejo me indicó que los intentos humanos para cooperar con
este reino eran bienvenidos, y expresó la esperanza de que augurasen la llegada
de una
época de cooperación humana y angélica en la cultura de las abejas, al igual que en
otras ramas de la agricultura. El ángel dijo que las abejas responderán a los intentos
del hombre de unificar su consciencia con la de ellas, así como las plantas responden,
aunque débilmente, a la admiración y el afecto. Pero hay un claro peligro de
superdesarrollo en la cultura de las abejas.
Su organización es maravillosamente adaptable, pero si se las explota en exceso, y si las
colmenas se hacen tan complejas y artificiales, se habrá causado un perjuicio. El hombre
debe reconocer la vida evolutiva en la abeja; no debe considerar a ese insecto como un
mero acumulador mecánico de miel para beneficio exclusivo de la raza humana.
En otros campos, otros Ordenes de ángeles y de espíritus de la naturaleza cumplen
análogas funciones y usan la Tierra como campo de evolución y actividad. La información
relativa a ellos se halla en las Escrituras hindúes y budistas, en la literatura
cabalística y en la gran síntesis de la Ciencia Oculta, La Doctrina Secreta, de H. P.
Blavatsky.
Gooffrey Hodson
CIMI
|