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EL REINO DE LOS INSECTOS
Existe un Orden Angélico que evolucionó a través de la rama de los insectos de la
Naturaleza.
La Mente Universal contiene la ideación de todas las modalidades y formas posibles de
manifestación. La ideación primordial y el Arquetipo incluyen al reino de los insectos
en
toda su inmensa variedad.
Las Mónadas evolucionan a través de ese reino para convertirse, en última instancia, en
los Arcángeles Solares y Cósmicos asociados, aunque no exclusivamente, con ese Rayo
creador.
En vista del hecho de que ciertos insectos son hostiles al hombre, si este concepto
pareciera extraño, debe recordarse que el parasitismo es sólo aborrecible, por ejemplo,
cuando quien lo aloja es consciente del desequilibrio establecido por el parásito.
Los tipos más objetables para los ojos humanos, los que transmiten enfermedades o
succionan la sangre, en realidad no son más repulsivos que cualquier otro parásito.
Puesto que el parasitismo es el principio por el cual la vida física es capacitada para
persistir, lógicamente no puede ser condenado parásito individual alguno, por más que
deban resistirse muchas depredaciones suyas. La divinidad inherente de los más
inofensivos y bellos miembros del reino de los insectos es más fácil de reconocer que la
de los que revelan fealdad y lesionan al hombre. Para muchas mentes, la belleza de las
libélulas y las mariposas sería su justificación.
Así como las Mónadas, manifestadas a través de todas las facetas de la ideación
divina, son resguardadas y auxiliadas por sus superiores evolutivos, lo mismo ocurre con
los que, cuando sus Rayos tocan por primera vez el mundo físico, hallan su corporización
como miles de minúsculos insectos.
De allí en más, a lo largo de todo su viaje ascendente, que culminará al convertirse en
un ser perfeccionado y divino en uno de los Siete Rayos en los que puede clasificarse el
reino de los insectos, como todos los demás, están sujetos a la administración de sus
superiores. Atraviesan su existencia física y logran todo lo que desean al traspasar ese
reino como mariposas, abejas, escarabajos, hormigas u otros aspectos principales de los
tipos del Rayo de los insectos, y penetran en los mundos súper físicos a través de los
cuales, primero como espíritus de la naturaleza y después como rupa y arupa devas,
ascienden hasta las alturas Arcangélicas, trascendiéndolas.
Las Mónadas que atraviesan el reino de los insectos, y las formas que animizan, son, por
tanto, de igual importancia a todas las demás manifestaciones, facetas, modalidades y
formas de la existencia divina. Rigiendo sobre sus Rayos, sus Ordenes y sus especies
están los Arcángeles y los ángeles, que no sólo cuidan de la vida inmanente sino que
también preservan y modelan la forma de los insectos en procura de una belleza mayor.
Su presencia como guardianes y tutores estimula la actividad del instinto natural de las
numerosas especies para que sigan los hábitos físicos por los que se perpetúe el tipo,
se atraviesen exitosamente las etapas de gestación, se encuentre comida, se cumpla el
apareamiento y se depositen los huevos.
El instinto masivo o la memoria racial que induce a cada variedad a perseguir sus
modalidades apropiadas de vida es estimulado y dirigido por los ángeles tutores del reino
de los insectos de la Naturaleza. En algunos casos, en prístinos Manvantaras,
evolucionaron a través de ese reino y conocen bien sus modalidades y necesidades. Tales
ángeles serían corporizaciones, aunque de formas tenues, del aspecto de la Mente
Única que se expresa y expande en y a través del mundo de los insectos.
La Mente omniprotectora y maternal cuida de su progenie en cada reino, encerrándola en
parte dentro de su pensamiento protector y orientador, y en parte mediante las
administraciones de ciertos Ordenes de las Huestes Angélicas. Las Almas Grupales de los
insectos, como asimismo de las aves, que se corporizan en una muy grande cantidad de
formas, están, en su totalidad, bajo la dirección de funcionarios angélicos superiores,
apoyado o asistido cada uno por miembros subalternos de su propio Orden. Bajo esta
protección y patrocinio todo el reino de los insectos, como todos los demás, evoluciona
hacia estados superiores, hacia formas más bellas y hacia una inteligencia incrementada.
Sólo puede barruntarse el desarrollo al que conduce este proceso en Rondas y Cadenas que
siguen a la Cuarta actual (de cada uno). Por ejemplo, hay una posibilidad, apoyada por
indicios de la literatura oculta, de que podría alcanzarse tan alto desarrollo de la
mente y forma de los insectos que la individualización podría producirse, continuando
una ulterior evolución en esa forma. Esto subsiste en el ascenso actual desde el reino
humano hasta el súper humano cuando se usa la misma forma física, si se retiene una, o se
asume la misma clase de forma, si se toma una nueva. Reconocidamente, la idea de que un
insecto, una mariposa, una hormiga, una abeja o un escarabajo sea tan grande o inteligente
como el hombre moderno podría juzgarse a sí mismo, puede parecer fantástica al
principio.
Sin embargo, si se admite la prolongada continuidad de los procesos evolutivos observables
en toda la Naturaleza y la existencia y la acción de la Mente Universal y sus
corporizaciones angélicas, entonces no existe nada de ilógico en esa suposición.
Belcebú, denominado o mal llamado Dios de las Moscas , tal vez sea considerado enemigo de
la raza humana que sufre por ciertas clases de insectos, pero si se lo juzga como Señor
de los Escarabajos, o en realidad, de toda la vida de los insectos, Belcebú, así
concebido, es más bien divino que satánico. A veces es necesario despojarse de ciertos
preconceptos para ser receptivo respecto de la verdad. Esto se aplica especialmente a las
ideas populares que postulan a Satán, Moloch y Belcebú como Directores de procesos y
Señores de criaturas que se presentan al hombre como maléficas, pues el procedimiento
involutivo que tales seres imaginarios personifican en parte es tan importante como el
proceso evolutivo del cual es una preparación. Las abejas acumulan miel y así alimentan
al hombre; polinizan las flores y, de este modo, también lo alimentan. Las abejas pican
para protegerse y su picadura es dolorosa y puede ser mortal para el hombre, pero por ello
no deben ser consideradas malas en sí mismas.
G.Hodson
CIMI
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