¿Has pensado alguna vez cómo te sentirías si en este momento vieras
cara a cara, frente a frente... a Jesús?
¿Qué harías en ese
momento?
Jueves, el Pésaj (la Pascua judía). Día trascendental para los judíos porque recordaban la ocasión en que Jehová los liberó, de la esclavitud a que los habían sometido los egipcios.
Era una perfecta oportunidad para renovar la confianza en el Todopoderoso recordando aquel hecho. Jesús y sus discípulos se disponen a conmemorar la ceremonia según el ritual establecido.
El tiempo pasaba... y Jesús sabía lo que le iba a pasar horas más tarde....Sin embargo, muy serenamente, comparte la Cena de la Pascua con los suyos.
Mientras comían hizo un anuncio extraño: expresó contundentemente que uno de
ellos lo iba a traicionar ... Se llenaron de tristeza, no podían creer lo que
escuchaban ... pero El sabía, por eso habló.
Para sorpresa de todos los presentes y contra toda costumbre, en esta solemne
cena introduce modificaciones en el ritual:
"Tomad y comed, éste es mi cuerpo...
Tomad y bebed, ésta es mi sangre"...
Sonaron extrañas estas palabras a los suyos pero lo hicieron, porque el Maestro lo dijo ...
Estas palabras expresan la verdadera Pascua, el verdadero
"pasar de largo", que es el verdadero significado de la palabra Pascua.
El verdadero "pasar de largo" por parte de Dios sobre nuestros pecados y reconciliarnos con
Él por medio de Jesús que se entregó a sí mismo a la muerte en la cruz por nuestros pecados y para nuestro perdón.
Cada vez que participamos de la Santa Cena estamos "celebrando" por anticipado el encuentro con el Señor, y esto nos llena de consuelo y
esperanza.
Consuelo porque Dios nos perdona,
Esperanza porque sabemos que nos dará todas las bendiciones que nos promete.
Después de celebrada esta pascua distinta, nueva, Jesús sale con los suyos hacia
el monte de los Olivos a orar... ¡Qué oración
profunda! .....¿Te animarías a
expresarla con tu corazón y labios?
"Padre mío, si no es posible evitar que yo
sufra esta prueba, hágase tu voluntad"
Tomémosla como ejemplo para superar
nuestras pruebas en la vida, que no se compararán
nunca con el dolor que Él sufrió por nosotros.
-Jesús amado, que las vivencias de aquel
tiempo de tu vida en la tierra nos fortalezcan a
todos nosotros, tus hijos, para entregar nuestra vida en servicio a Ti y al prójimo.
Para que muchos reciban la salvación que Tú nos tienes reservada.
Hágase
Señor tu voluntad en nosotros y enséñanos a pasar de
largo todos los momentos difíciles en los que hemos
dudado de tí.
¡Hágase
tu voluntad siempre; por siempre... Sea tu voluntad y
no la nuestra!!
Ludy
Mellt Sekher©
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